Del libro "Timerman, el periodista que quiso ser parte del
poder"
Todo empezó a gestarse a fines de 1975, cuando el huevo de la serpiente
del golpe ya permitía vislumbrar las garras del horror. El diario vespertino La
Tarde de Buenos Aires se publicó en la Capital Federal entre marzo y agosto de
1976. Pero durante todo el verano la redacción trabajó a pleno produciendo
números ceros (pruebas, simulaciones del diario real, en la jerga periodística)
Así de efímero como fue, casi no tiene lugar en la bibliografía
relativa a la prensa durante aquellos años negros. Fue Jacobo Timerman, el
periodista y editor que lo creó y sacó a la calle, luego de crear medios
escritos que habían funcionado como mutación cualitativa del periodismo, en los
años 60 y 70, como las revistas Primera Plana y Confirmado primero, y luego el
diario La Opinión.
Sin embargo, analizar el vespertino La Tarde sirve para comprender de
qué manera el Proceso diagramó su modus-operandi sobre la prensa. El diario fue
lanzado con la misión evidente de apoyar al golpe –que era un secreto a voces
desde fines del año 1975- pero no sólo eso: el proyecto apuntaba a la
consolidación en la opinión pública del gobierno militar que lo seguiría. En
mayor o menor medida los medios gráficos, en ese momento, padecieron la censura
y también la autocensura. Pero La Tarde fue otra cosa: salió para respaldar a
la dictadura. Se expandía una situación delirante y aberrante. La condición
"procesista" de La Tarde no fue un obstáculo para que su dueño fuera
secuestrado por los militares pocos meses después del cierre de su vespertino,
el 15 de abril de 1977.
Jacobo Timerman cayó en las siniestras garras de Camps y de
Etchecolatz.Tras un inmenso tormento, Timerman volvería a dirigir un diario
recién a su vuelta al país, en 1984, cuando intentó -sin éxito- convertir al
antiguo vespertino La Razón –instalado en el mismo edificio de Barracas donde
en los '70 había funcionado La Opinión- en un éxito editorial. La Tarde llegó a
los kioscos ocho días antes del golpe: el 16 de marzo de 1976. El diseño estaba
basado en el del diario alemán Bild Zeitung, con títulos impactantes, grandes
fotografías y poco texto, lo que en esa época se percibía como sensacionalista.
En el staff figuraba como director Héctor Timerman, uno de los hijos de Jacobo,
que en ese momento tenía 22 años. Hoy es el embajador del gobierno K en los
Estados Unidos. Según él mismo dijo en una nota al diario Perfil, en noviembre
de 2007, en ese momento casi no había ejercido el periodismo, aunque aceptaba,
como director que fue, "las responsabilidades por el contenido de las
notas". Héctor Timerman se justificó en aquella entrevista diciendo que el
vespertino de su padre utilizaba "términos no diferentes a los demás
medios que no apoyaban ideológicamente a Videla, pero se autocensuraban para
seguir funcionando".
Periodistas que se desempeñaron en La Tarde explicaron que el manejo
cotidiano y efectivo de la publicación estaba en las manos del director
periodístico, Luis Clur, que había sido fundador de los exitosos noticieros
televisivos Reporter Esso (1963) y Telenoche. Clur reconoció en 1999 que aun
siendo oficialista, debían "ir a la Secretaría de Guerra a que revisaran
las páginas". Tras la muerte de su financista David Graiver "El socio
muerto", Jacobo Timerman comenzó a temer que el "secreto"
fundacional de su empresa periodística –su relación comercial con el empresario
que tenía también como clientes a los Montoneros- fuera castigada por los
militares y que la confiscación de los activos del grupo Graiver -que
efectivamente siguió a la muerte de su fundador- terminara matando a sus
criaturas de papel La Opinión y La Tarde. La tragedia efectivamente fue atroz:
Timerman fue "chupado" por un grupo de tareas, torturado y finalmente
expulsado del país, mientras que La Opinión se publicó durante poco tiempo más
a cargo de un director militar.
Extraído de Graciela Mochkofsky – Timerman. El periodista que quiso ser
parte del poder (1923-1999) – Editorial Sudamericana, 2003
"Timerman se consolidaba como empresario (…) abría una editorial,
Timerman Editores”, que publicaría libros de música, literatura, política y
pintura (los imprimían las mismas máquinas cuando descansaban del diario);
lanzaba una revista, La Opinión Semanal, que reproducía los textos más
destacados de los publicados en el diario en la semana, para aquellos lectores
que no podían leerlo todos los días, y preparaba dos lanzamientos
espectaculares para 1976: el vespertino La Tarde, inspirado en el alemán Bild
Zeitung –muchas fotografías, gran impacto, sensacionalismo-, que dirigiría su
hijo Héctor, y un diario en inglés, The New York Opinion…
En la primera noche siguiente al golpe, el 24 de marzo de 1976, Videla había
reunido a los directores de medios en Casa de Gobierno. Timerman había ido con
su hijo Héctor y con Jara, en su condición de director del vespertino La Tarde,
y habían soportado de pie, estupefactos, junto a los demás directivos, el seco
discurso escolar de Videla, que les ordenaba someterse a unas nuevas reglas que
no enunciaría. Eso había sido todo: breve, despreciativo, el discurso de un
sargento a los nuevos cadetes. Videla les había informado, sí, que deberían
enviar los textos a una oficina de censura que actuaría en el Ministerio del
Interior, antes de su publicación. La oficina funcionó dos días, suficientes
para descubrir que era innecesaria: el nivel de autocensura era tal que no
había nada para corregir.
La muerte de Graiver puso fin, por falta de financiación, al
experimento de La Tarde, que Timerman había puesto bajo la dirección de su
joven hijo Héctor en marzo de 1976. Al morir Graiver, Héctor comunicó la
noticia al editor de La Tarde, Luis Clur, junto con su consecuencia inmediata:
el diario dejaría de salir. Confundido, Clur le preguntó qué tenía que ver una
cosa con la otra. Héctor debió revelarle el secreto sobre el capitalista, que
pronto llegó a la redacción de La Opinión. Casasbellas y Jara se asustaron: aunque
habían escuchado de la participación de Graiver como socio capitalista,
Timerman les había asegurado que el diario era propiedad de su familia.
Decidieron presionarlo para que les dijera la verdad: ¿había sido el diario de
Graiver? Timerman volvió a negarlo".
“Golpe al extremismo” y “Espectacular operativo antiguerrillero”, son
algunos de los títulos de La Tarde, un diario que elogiaba también el rumbo
económico con titulares, el mismo día del golpe de Estado de marzo de 1976,
como “Abastecimiento: el precio de la carne con notable baja”.
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