Venimos... (Cuidado con los fotógrafos, déjenlos trabajar)... Todos
nosotros sabemos... todos los argentinos comprendemos que no estamos en estos
momentos viviendo las circunstancias de una campaña electoral común; cada uno
de nosotros sabe que no se trata solamente de consagrar una fórmula; todos
sabemos que en lo que realidad se trata es de saber si los argentinos podemos
realmente superar esta etapa de decadencia, superar esta inmoralidad que se ha
enseñoreado en nuestra sociedad, y transitar juntos un largo camino de paz y prosperidad.
Crisis moral por encima de todo, que hay que superar, y en consecuencia
obliga a utilizar también la prédica y el discurso honrado de la autenticidad y
de la verdad, que es la prédica y el discurso de la democracia. No se
escucharán en las tribunas de la UCR, ni una sola frase que pueda esta reñida
con la voluntad indeclinable y definitiva de lograr la democracia levantando
banderas de unión nacional, entre todos los argentinos.
Estamos ante un pueblo que quiere cumplir con su deber, el problema es
que la realidad argentina es tan compleja que a veces no atina a comprender
cuál es su deber. Esto está señalando una responsabilidad mayúscula de parte de
los partidos políticos y de los hombres políticos sin excepción. Tenemos que
procurar orientar al pueblo, decir la verdad de lo que pasa, encontrar la
manera de ayudar a que haya un comportamiento nacional, para que por encima de
las divergencias ideológicas encontremos hoy la respuesta común capaz de dar
soluciones en serio a los afligentes problemas de nuestro pueblo, y a los
durísimos problemas que debe enfrentar la nación argentina en su conjunto.
Es por eso la necesidad fundamental de actuar con sinceridad, dejando
para minorías absurdas el uso de la diatriba, de la calumnia, de la
insinceridad y del manipuleo. El pueblo argentino está maduro para comprender
esta necesidad fundamental; solamente parece haber algunos que no han entendido
lo que significa la democracia, que no es una competencia bárbara por el voto
del pueblo, sino una forma de vida, una filosofía, que nos debe obligar a
trabajar por la dignidad del hombre, al que hay que darle libertad y justicia
social. Y cuando se pone en marcha un pueblo para ir a la democracia, están
claras las reglas del juego: se someten los candidatos a elecciones y a veces
se ganan y a veces se pierden.
La UCR a través de su historia se ha sometido muchas veces a
elecciones. Ha ganado y a perdido; pero cuando ha perdido no se ha sentido
jamás derrotado, porque ha aceptado el lugar que le ha señalado el pueblo para
servir a la Nación desde el llano.
Que nadie hable entonces de derrotar en la Argentina y que todos
comprendan, y particularmente los hombres de otro partido mayoritario de la
Argentina, que a veces se gana y a veces se pierde y que en esta hora difícil
de la Argentina, el que con seguridad le va a tocar perder, tiene que procurar
servir al pueblo desde el llano.
En definitiva, será, va a ser el gobierno de las mayorías argentinas.
En definitiva, vamos a construir entre todos el país que nos merecemos por
nuestra geografía y por nuestro pueblo. Yo vengo a explicarles esta noche qué
es lo que va a hacer la UCR desde el Gobierno, para superar esta tremenda
crisis que padecemos: lo primero, el estado de derecho, el imperio de la ley
emanada de la voluntad general, para que todos los hombres sepan inclinarse
ante la Majestad de la Ley, y ningún hombre tenga jamás que inclinarse ante
otro hombre. División de poderes, para que quien recurra a la justicia
encuentre en ella lo que corresponde: seguridad para todos en el juego grande
de las instituciones de la República, pero también, democracia cotidiana, la de
todos los días, para que el más humilde de los hombres, o de las mujeres, se
sienta ciudadano en su patria; seguro de sus derechos, responsable de su libertad
y no tenga jamás que ir a hocicar ante el mostrador de ningún burócrata cuando
tiene que realizar cualquier trámite.
Dejará la Argentina de andar a contramarcha de la historia; defenderse
del flagelo de la subversión terrorista o golpista porque nadie más intenta un
golpe gratis en la Argentina. Lo hará en el marco de la ley y en la respuesta
cabal a principios de la democracia y en el respeto que corresponde a los
derechos humanos sin baños de sangre ni desaparecidos. Seguridad para todos ,
para que la democracia se entienda como la necesidad de servir al hombre en su
dignidad. Y terminemos de una vez para siempre en la Argentina con este flagelo
que de alguna manera pesa sobre nuestra espalda, sobre todas, porque no siempre
hemos levantado nuestra voz corno corresponde para terminar con él. Yo les
aseguro a ustedes que uno de los primeros mensajes que enviaré al Congreso de
la Nación será un proyecto de ley modificando el Código Penal, para establecer
la misma pena al torturador que al homicida, pero acabamos con la tortura en la
Argentina. Democracia integral, democracia en todas partes, democracia en las
fuerzas armadas, lo que significa la supeditación de los poderes militares a
los poderes institucionales. No hay país civilizado en el mundo, cualquiera sea
el sistema o el régimen de gobierno donde no se respete este principio
esencial, de modo que lo vamos a cumplimentar prolijamente.
Se acabarán los Comandantes en Jefe de cualquiera de las armas. La
jerarquía militar terminará en el cargo de jefe de Estado Mayor, y hará un solo
Comandante en Jefe de las Tres Fuerzas Armadas el que establece la Constitución
Nacional: El Preside e de la Nación Argentina. Lo digo sin consideración
peyorativa alguna y sin vanidad, ni jactancia, sino por el contrario, con la
humildad que quien en definitiva va a ser un servidor de la Nación, obligado
por ello a cumplir con los preceptos constitucionales. Corno lo manda la
constitución, vamos a mandar a las Fuerzas Armadas Argentinas. Hay una cuesta
muy dura que repechar... hay una cuesta dura... hay un esfuerzo tremendo que
realizar entre todos. Queremos superar todos los antagonismos, no solo entre la
civilidad, necesitamos también superar los antagonismos entre la civilidad y
las FFAA. Pero necesitamos fuerzas armadas de la Nación, de la Constitución y
de la democracia, y no señores feudales que porque tengan algunos galones se
crean amos de un pueblo de súbditos.
No vamos a aceptar la autoanmistía, vamos a declarar su nulidad; pero
tampoco vamos a ir hacia atrás, mirando con sentido de venganza; no
construiremos el futuro de] país de esta manera. Pero tampoco sobre la base de
una claudicación moral que sin duda existiría si actuáramos como si nada
hubiera pasado en la Argentina. Cada uno de los argentinos comprende y sabe y
lo comprendemos y sabemos nosotros y lo hemos reiterado y lo decimos una vez
más, porque se ha interpretado capciosamente, falazmente nuestras palabras,
diciéndose que pretendíamos dividir a las FFAA NO!
Lo que queremos es que algunos pocos no se cubran la retirada con el
miedo. Aquí hay distintas responsabilidades; hay una responsabilidad de quienes
tornaron la decisión de actuar corno se hizo; hay una responsabilidad distinta
de quienes en definitiva cometieron excesos en la represión. Y hay otra distinta
también de quienes no hicieron otra cosa que en un marco de extrema confusión,
cumplir órdenes. Esto cualquier juez de la República, cualquier ciudadano
argentino sabe que señala increpancia (discrepancia) y distinciones
fundamentales en cuanto a los grados de responsabilidad, y de esta manera es
como vamos a salir adelante, no con leyes de autoamnistía que igualan en el
delito a todos y que hacen que el que tenga mayor culpa se iguale con el que no
tenga ninguna. Democracia integral en el país en todas partes; democracia que
debe apoyarse y afianzarse en un sindicalismo fuerte, poderoso y moderno, capaz
de representar corno corresponde los intereses de los trabajadores, pero
también sindicalismo democrático, con participación de las minorías. Desde luego
que no quiero sostener cuando hablo de democracia que los dirigentes sindicales
no deben tener opinión política, todo lo contrario.
Pero sí recuerdo que la multipartidaria, que nació para apuntalar la
democracia Argentina, estableció claramente el compromiso de los cinco partidos
políticos, de que se iba a trabajar por un sindicalismo independiente del
Estado, de la Empresa obviamente, y de los partidos políticos.Lo que quiero
señalar es que la pobreza, la miseria o la enfermedad no se detienen frente del
hogar de un obrero para preguntar si es socialista, peronista o radical, entra
nomás y no puede haber hijos ni enterrados entonces. Lo que quiero decir es que
el Ministerio de trabajo de la Nación no puede convertirse en un comité
fraudulento al servicio de las líneas autoritarias del sindicalismo argentino y
las comisiones normalizadoras que él designa.
Entablar de inmediato las negociaciones para aportar todos sus
esfuerzos al servicio de una interna dentro de un partido político. Lo que
quiero decir es que no podemos nosotros considerar lograda la democracia,
porque la practiquemos hacia interno de nuestros partidos políticos,
olvidándonos de los trabajadores argentinos.
Cada uno tiene que tener el derecho cabal de participar corno
corresponde en la organización que más lo va a defender toda su vida activa,
que es el sindicato; sin miedos y sin prepotencia ninguna. De eso se trata:
solamente a través de la democracia sindical vamos a poder afirmar que cada
trabajador de nuestro país sin ningún tipo de incertidumbres ni miedos, incluso
a veces a perder el trabajo porque se amañan con la patronal para ser
despedido, que está en contra de la oligarquía sindical, pueda actuar en
definitiva. Y sobre este logro de todos, la recuperación del Estado de Derecho,
el primer objetivo que hemos definido en nuestra plataforma, y en el capítulo
correspondiente a economía, no a Bienestar social para que no nos confundamos
es combatir la pobreza extrema y la miseria; ustedes saben lo que nos pasa:
aquí se ha destruido el aparato productivo de la Nación. Y esto significa un
millón y medio de desocupados, semiocupados, subocupados, o trabajadores por
cuenta propia, que trabajan un día si y otro no, y han perdido la protección de
la seguridad social.
Ese millón y medio de desocupados no es una cifra para ninguno de
nosotros; es dolor y angustia de compatriotas, es enfermedad de la pobreza que
reaparece con fuerza, en mortalidad infantil, es deserción escolar, y sobre
todo es desnutrición grave.
Alrededor de dos millones de compatriotas nuestros, amigos de Buenos
Aires, están mal alimentados, subalimentados o con desnutrición grave. Más de
la mitad de esos compatriotas son niños, que están sometidos a un verdadero
genocidio económico,, porque jamás en su vida recuperarán el nivel intelectual
con el que Dios quiso que nacieran, ya que las lesiones que produce el hambre
en el cerebro son absolutamente irreversibles.
Yo, cuando acepté la candidatura a Presidente de la Nación por mi
partido, hice un solo juramento que lo quiero reiterar aquí, para que
cualquiera me lo pueda demandar si no lo cumplo: juré ante la Convención
Nacional del Radicalismo y juro acá: Se va a terminar la desnutrición infantil
en la República. Vamos a poner en marcha lo que hemos denominado el programa
alimentarlo nacional: pan para los argentinos en la tierra del trigo y de la
carne, que alguna vez fue llamada el granero del mundo y hoy exhibe centenares
de miles de niños, no solamente en las provincias periféricas, que las he
recorrido a todas, aquí a media hora de plaza de Mayo, en los asentamientos
poblacionales nuevos, aquellos compatriotas que por no poder pagar han debido
abandonar sus casas o sus departamentos. Los Hospitales están llenos de niños
malnutridos. Será prioridad fundamental terminar con ello.
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