Orlando Barone realizó una furibunda crítica a quienes piensan
diferente a lo que indica la doctrina "ultra k". Quizás exagerando su
posición de defensor del modelo, el periodista de "678" pidió que se
fueran de la Argentina aquellos que estuvieron de acuerdo con los abucheos a
Amado Boudou en un acto en San Lorenzo y los insultos a Axel Kicillof en
Buquebús.
Pero su lista se amplió.
Barone se refirió en durísimos términos a quienes según él
"gozaron" desde sus casas con lo ocurrido por los funcionarios del gobierno
nacional.
"Sí, tienen razón quienes se anotan en la tendencia de que se
vayan todos. Sí, que se vayan ellos. Los que patotearon a Axel Kicillof y a
Amado Boudou y los que desde sus casas la gozan con la cobardía más
cobarde", sentenció.
También le dedicó un párrafo de su columna escrita en "Diario
Registrado" a sus colegas periodistas: "Que se vayan los periodistas
que instigan a la agresión y le echan combustible. Y los que cada día se
colonizan más y más se ensucian al servicio servil de sus patrones. Que se vaya
el periodismo conservador y alcahuete todavía bien pago por un público que ya
debería estar despabilado de que le está pagando a sus manipuladores",
prosigue.
El cronista continúa con su brote descriptivo y comete un exabrupto de
difícil comprensión: "Que se vayan los políticos que se hacen los
demócratas pero justifican los ataques y los insultos. Impotentes y
disfuncionales por vocación propia, no hay alargamiento de pene que les sirva
ni cacerola gourmet que les satisfaga".
"Sí, que se vayan los odiadores. Y los pusilánimes que, estando
recalientes de odio, quieren disfrazarse de tibios que no están en ningún
bando. Solo están especulando, sin jugarse, en su propio corralito de éxito o
de rating".
Barone, quien durante la dictadura trabajó para Clarín, repite en su
columna: "Sí, que se vayan no sé adónde todos ellos: si a la mierda o al
final de los tiempos. Porque la Argentina necesita que se vayan. Son un lastre
insanable. No hay argumento sensato, comparación empírica ni urna llena de
votos populares que los convenzan. No hay inclusión que los excluya de su
pasión por la xenofobia".
Promediando su pensamiento, Barone se la agarra contra la clase media:
"Tienen sus raíces empotradas en rocas antediluvianas y su pensamiento
molido en nostalgias antipolíticas; esas que tanto beneficio les dieron a
comediantes verborrágicos para captar la catarsis clasemediera urbana. Hoy una
sociedad nueva, una política nueva y un proyecto nuevo exigen una civilización
nueva. Cómicos nuevos. Opositores nuevos. Adversarios de ideas y no enemigos
fanáticamente y voluntariamente inconciliables".
Por último pide que no se vayan ni Boudou ni Kicillof; por el
contrario, que se multipliquen: "Pero que no se vayan Kiciloff ni Boudou.
Y en ellos dos multiplíquese el número de aliados. Que no se vayan los
argentinos que votan por la argentina y no por los kelpers, por el dólar
golpista ni por el FMI".
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