El país no anda bien pero podría andar peor. No desesperarse. La
distancia entre un punto y el otro los Kirchner se encargarán de recorrerla. No
es una profecía es un enunciado lógico. Lo demás es cuestión de tiempo y
paciencia. También de estómago. Los Kirchner nos precipitan a una catástrofe.
Puede que la catástrofe los alcance a ellos. No lo sé. Lo que estoy seguro es
que nos va alcanzar a los argentinos. Después de los Kirchner el país será más
pobre, más imprevisible y más injusto.
La pobreza, por supuesto, no los alcanzará a ellos. Llegaron al poder
millonarios y se van a ir multimillonarios. Desde los tiempos de Hipólito
Yrigoyen a la fecha son los mandatarios que más fortuna han acumulado en el
poder. En la lista caben civiles y militares. Es probable que Marcelo T. de
Alvear haya tenido más plata que ellos al momento de asumir al poder. Pero en
este caso la diferencia con los Kirchner es evidente: Alvear llegó millonario a
la presidencia y se retiró, no pobre pero sí con su fortuna disminuida. Con los
Kirchner ocurrió a la inversa. Eso se llama aprovechar las oportunidades que
brinda la vida.
Los Kirchner ocupan la función pública desde hace más de veinte años.
En ese tiempo han multiplicado su fortuna en escala geométrica. Sus defensores
sostienen que llegaron al poder con plata. Es verdad. Aunque para ser justos
habría que decir que llegaron al poder, no comprando propiedades sino
quedándose con propiedades, con casas de la pobre gente que no podía cumplir
con las disposiciones de una ley de la dictadura.
La plata la hicieron en el llano pero la multiplicaron en el poder. La
avidez por el dinero la intentan justificar en nombre de la política. Acumulan
plata para militar, dice la señora Diana Conti muy suelta de cuerpo y, además pretende
que le creamos. Por el contrario yo sostengo una hipótesis más pedestre y ruin:
Néstor es un digno nieto de su abuelo. Los consejos para hacerse millonario no
los aprendió de Felipe Vallese o Julio Troxler, si es que los conoce, sino del
nono usurero.
“No es pecado ser rico” dice la señora Conti después de decir que es de
izquierda. “Después de todo Berlusconi y Piñera son más ricos” agrega el
epígono de turno. Una diferencia sin embargo hay que registrar. Ni a Berlusconi
ni a Piñera se les ocurre decir que son de izquierda. Los dos son de derecha y
saben muy bien lo que hacen. Piñera vendió sus acciones de LAN para tomar distancia
entre la presidencia y los negocios. A los Kirchner ese acto les parecerá una
estupidez o una hipocresía. Con respecto a Berlusconi habría que decir que en
estos temas cada uno elige las compañías que más le gustan. Si los
kirchneristas ahora quieren compararse con el político que lleva en su haber
noventa y tres juicios por corrupción, allá ellos.
Se dice que los Kirchner han robado más que los Menem. No me consta.
Por ahora me alcanza con saber que los dos han sido corruptos. La Comadreja de
Anillaco no es mejor que el Pingüino Glotón. Tampoco es peor. Digamos que en lo
fundamental se parecen. El poder los hizo amigos, el poder los separó y el
poder puede unirlos en el futuro.
La otra coincidencia entre los dos es su condición de peronistas. No
son infiltrados ni traidores. Son lo que son y mientras las cosas les fueron
bien contaron con el apoyo incondicional de todo el peronismo. Uno disfrutó del
apoyo de la derecha; el otro del de la izquierda, o de Carta Abierta y las
Madres de Plaza de Mayo, para ser más preciso. Así se presentaron en el
escenario de la historia y así les gusta que los reconozcan. Yo no les creo. O
por lo menos no les creo tanto. Ni Menem fue liberal ni Kirchner es de
izquierda. El liberalismo y la izquierda son categorías mucho más serias y
trascendentes que la farsa que unos y otros montaron para ejercer el poder y
enriquecerse.
Hay otras coincidencias entre Menem y Kirchner. Los dos intentaron
pulverizar los mitos fundacionales del peronismo histórico. Menem con sus
cantos de amor a la economía de mercado y sus abrazos con Alsogaray y Rojas;
Kirchner con sus escandalosos negociados. Curiosamente, en sus transgresiones,
amoralidades y corruptelas ambos expresaron y expresan al peronismo real. Eso
sí, entre el maestro y los alumnos hay notables diferencias. Siempre las hay
entre maestros y alumnos porque las diferencias entre el original y las fotocopias
son inevitables.
Los Kirchner y los Menem quieren del poder todos los beneficios y
ninguno de sus límites. No hay grandeza sin capacidad de renunciamiento.
La década del treinta fue conocida como “década infame” gracias al
talento de un periodista conservador amanuense de Manuel Fresco. Cuando en 1940
una comisión investigadora de la Cámara de Senadores presidida por Alfredo
Palacios inicia la investigación por el negociado de las tierras de El Palomar,
el periodista amigo de Fresco no sólo que contribuye con sus escritos a
denunciar el formidable negociado, sino que pone en la picota a todo el régimen
liberal.
Pues bien, el negociado de las tierras de El Palomar fue muy parecido,
demasiado parecido, al que perpetraron los Kirchner con las tierras de Santa
Cruz. Montar una tramoya para comprar a un precio y vender a otro mucho más
alto fue lo que hicieron los caballeros de El Palomar. Lo que hicieron los Kirchner
fue más o menos lo mismo.
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