Ayer una amenaza, hoy una amnistía
Ese punto, el del premio al evasor impositivo y al que adquirió dólares
en el mercado ilegal del blue, es donde reside la mayor polémica y la más grave
contradicción.
Los gestos y expresiones severas de Guillermo Moreno respecto del
carácter delictivo de quienes compran divisas en las cuevas chocaron de frente
con el contenido real de los anuncios hechos por Ricardo Echegaray.
Es decir, todos aquellos que infringieron la ley, serán ahora
perdonados. Quienes acusan al Gobierno por dogmático deberán reconocer, al
menos, que si algo no falta en estos funcionarios es pragmatismo.
"El que puso dolares negros recibirá... bonos blancos", es la
irónica observación de Diego Dillenberger, experto en comunicación política.
Mientras que Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres,
pone la lupa sobre otra contradicción todavía no observada: "El Gobierno
siempre destaca que casi todos los costos de construcción son en pesos.
Entonces, cuando el que haya adquirido el certificado del Central invierta en
una obra, ¿dónde comprará esos pesos que necesitará para construir, en el
mercado legal o en el paralelo?"
Lo cierto es que, en la hipótesis de que la convocatoria del Gobierno
sea exitosa al 100%, entonces, de acuerdo con la estimación hecha por Kicillof
y Echegaray, habrá una masa de u$s140.000 millones que podrá ser blanqueada
(exceptuando, claro, a los dólares de los directores del Grupo Clarín, de
Ricardo Fort y de Susana Giménez).
Es probable que semejante amnistía esté en condiciones de pelear un
lugar en el libro Guiness de los récords.
Pero eso ocurrirá en el supuesto de que todos los que tienen dólares se
sientan tentados por blanquear su situación y pasar a ser felices poseedores de
los bonos emitidos por el Gobierno argentino.
Los funcionarios no se animaron a pronosticar qué adhesión estiman,
pero Echegaray cree que superará el resultado de la amnistía de 2009, cuando
regresaron al país poco más de u$s4.500 millones. El optimismo del funcionario
está fundado en que, a diferencia de aquella vez, en que se cobró hasta 8% por
el blanqueo, ahora hay franquicias totales.
No todos comparten ese optimismo. Como Alicia López, ex titular de la
Unidad de Información Financiera, quien planteó: "¿Alguien cree que si uno
tiene dólares, en este contexto va a traerlos a invertir en estos bonos?".
Y dejó flotando su sospecha en el sentido de que "deben querer un
mecanismo para blanquear algo".
Los expertos, nuevamente, muestran su cautela.
Como Daniel Marx, ex negociador de la deuda externa argentina, para
quien los inversores no verán gran atractivo en el menú propuesto.
"La tasa que están anunciando sobre dólares está por debajo de los
títulos que paga el Estado", apunta el consultor, quien cree que el
mercado recibirá la propuesta "con algún grado de cautela".
Menos diplomático, Martín Redrado, que ocupó el sillón de presidente
del Banco Central hasta hace tres años, preguntó desde twitter: "¿Vos le
prestarías dólares a este Gobierno, aunque sean no declarados?"
Y a continuación se respondió: "Para prestarle se necesita
confianza. La política económica no la genera por más que pretenda blanquear
capitales".
El curioso método de generar confianza
Es aquí donde aparece la otra gran contradicción del equipo económico:
el sentido último de este proyecto de ley es recuperar dólares para la economía
argentina. Y para convencer a la gente de hacerlo, los funcionarios enfatizan
que... no se necesitan dólares.
El ministro Hernán Lorenzino destacó que no sólo la relación deuda/PBI
es históricamente baja, sino que además el desendeudamiento es una política de
Estado que hay que preservar, y que además éste es un año particularmente
oxigenado en materia financiera porque no está el vencimiento del Boden de
mediados de año.
Entonces, con todos estos puntos de fortaleza a favor... se piden
dólares a cambios de bonos.
¿Difícil de entender? Para los analistas, hay una única explicación, y
es que la situación no es tan desahogada como se la presenta.
"¿Esto marca el fin de la política de desendeudamiento tal cual la
conocíamos?", plantea Kiguel.
Más bien, lo que queda evidenciado es cómo el bajo nivel de deuda no
parece algo voluntario sino producto de la marginación de la Argentina del
mercado de crédito internacional.
Y el ejemplo más dramático es la situación de YPF que, a un año de su
reestatización, no logra interesar a la larga lista de empresas de primera
línea con las que se entrevistaron los funcionarios.
Y que, mientras sigue consumiendo divisas para importar combustible,
debe recurrir a la ayuda de la ANSES.
Lorenzino, entonces, admite que se necesitan los dólares del colchón
para financiar la recuperación de la petrolera como así también para las obras
de infraestructura.
Y para que la gente entregue con tranquilidad esos dólares, Kicillof
plantea la convicción del Gobierno respecto de que no hay que devaluar.
Es decir, de que no hay una conveniencia a futuro en quedarse con
divisas estadounidenses ni un perjuicio en mantener el peso.
Para completar el argumento, Marcó del Pont plantea como garantía final
el hecho de que los dólares entregados quedarán "encajados" al 100%
en el Banco Central. Y que el sistema respondió bien ante el pánico de los
ahorristas que, desde el inicio del cepo, se llevaron la mitad de los u$s15.000
millones que había en cajas de ahorro.
En otras palabras, que el Gobierno nunca estuvo tan holgado de divisas
y por eso se emiten bonos en dólares.
Y que el Banco Central es la mejor garantía para los pocos ahorristas
que aún confían en el sistema bancario, así como para aquellos que hace rato
descreen y mantienen unos u$s140.000 millones bajo los colchones.
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