Nunca el país tuvo una situación tan holgada, pero sigue el cepo. Hay
que dar batalla pesificadora, pero se buscan dólares. Se combate la ilegalidad,
pero se decreta amnistía al blue. La economía va bien, pero se necesita dinero
del colchón. Muestrario de contradicciones
¿Cómo se habrá sentido ayer el ahorrista que, contagiado por el
entusiasmo patriótico que exhibía el Gobierno en su batalla cultural por la
pesificación, siguió el ejemplo de Cristina Kirchner y de Víctor Hugo Morales y
pesificó sus ahorros en dólares?
¿Qué habrá pensado al ver al equipo económico del Gobierno admitir que
ni los ahorros, ni el mercado inmobiliario, ni las inversiones en
infraestructura se harán en pesos, sino que todo seguirá teñido de verde?
Y que, por el contrario, aquel que hizo caso omiso a la cruzada
pesificadora, finalmente se vio beneficiado por un dólar blue que duplicó su
valor, y ahora se ve nuevamente favorecido por una amnistía fiscal general que
incluye hasta el costo de la transferencia bancaria.
¿Cómo se habrá sentido el propio Víctor Hugo, o el senador Aníbal
Fernández, obligado a retractarse en público y teniendo que pesificar su plazo
fijo en dólares que -en todo su derecho- había mantenido en moneda extranjera
"porque me da la gana", tal cual había expresado?
Lo cierto es que la conferencia que brindó ayer el equipo económico
dejó al desnudo, como pocas veces antes, todas las contradicciones y falencias
del "relato".
Y, lo más curioso, esa admisión de todas las fallas del "modelo
K" se presentaron bajo la forma de una autocelebración por el éxito.
Así, el cepo cambiario se aplica en un país donde hay "una
situación holgada en términos de disponibilidad de divisas", al decir de
Axel Kicillof.
Y, en ese contexto, donde "todos los indicadores de sostenibilidad
dan bien", el Gobierno sale a pedir dólares, en una actitud que los
analistas no han vacilado en calificar como de desesperación.
"Segundo blanqueo en cinco años. ¡Récord! Están desesperados por
las reservas que necesitan cobrar en tres meses. Crujen el modelo y el
relato", escribió el ex titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay, en su
cuenta de twitter.
En tanto, el economista José Luis Espert, afirmó: "Cepo,
pesificación, este blanqueo... medidas para recuperar por izquierda los dólares
que perdés por el agujero fiscal y la caída de la demanda de dinero".
"Esto termina con la idea de fomentar el ahorro en pesos",
fue la conclusión de Miguel Kiguel, ex secretario de Hacienda y actual titular
de la consultora Econviews.
El ladrillo gana la pulseada
Las contradicciones aparecieron a lo largo de toda la conferencia de
prensa, donde prácticamente no hubo un punto explicado por los funcionarios que
no haya sido una admisión implícita de fracaso en las políticas previas.
La más obvia fue el reconocimiento a que el Gobierno -ya lejos de todo
proyecto pesificador que en su momento había impulsado- perdió la pulseada
contra el mercado inmobiliario, que se mostró absolutamente reticente a
resignar al dólar como moneda de intercambio, aunque eso implicara un
congelamiento de las operaciones.
El mes pasado la CAME, una cámara empresaria a la que no puede
catalogarse como opositora al Gobierno, informó que en abril la compraventa de
viviendas había sufrido una caída del 34% en la Ciudad.
Durante un año y medio los funcionarios K se ocuparon de minimizar esta
situación. Y confiaron en que llegaría el momento en que el mercado se
pesificaría.
Esa argumentación alcanzó su punto cúlmine cuando el diputado Carlos
Heller sostuvo que el gran bajón inmobiliario -lejos de ser preocupante- debía
ser un motivo de festejo, porque daba la pauta de cómo los compradores no
convalidaban las posturas dolarizadoras de los vendedores.
Ayer se borró de un plumazo toda esa batería argumental, cuando
Mercedes Marcó del Pont admitió que el Gobierno estaba ofreciendo un instrumento
reclamado por el mercado del ladrillo para normalizar la situación.
La titular del Banco Central parece no haber escuchado al ministro
Julio de Vido que, en los últimos días, se mostró enojado con los medios que
hablaban de una situación complicada en la construcción.
Marcó del Pont justificó la emisión del nuevo certificado como "la
generación de instrumentos que vuelven a generar dinamismo en el sector de la
construcción".
En el mercado inmobiliario no hay euforia por estos anuncios, pero al
menos se los ve como un primer paso en la admisión de una realidad inocultable.
"El Gobierno está reconociendo que perdió la batalla en su intento
por pesificar el mercado. Tras 17 meses de restricciones, tuvieron que permitir
operaciones que, en definitiva, se harán en dólares. Reconoce que hay una
crisis y que la caída no es un síntoma positivo sino todo lo contrario",
resume José Rozados, CEO de la consultora Reporte Inmobiliario.
De todas formas, este experto cree que el uso de los nuevos
certificados como forma de cancelar pagos estará acotado al sector superior del
mercado.
"Esto no se hará sentir en el segmento de viviendas más chicas o
medianas", afirma Rozados, para quien sólo verán atractiva la iniciativa
oficial aquellos que necesiten blanquear fondos no declarados.
En tanto, el empresario Armando Pepe, fundador de la Cámara
Inmobiliaria Argentina, recomienda cautela: "Hay que ver si después, a
quien vende el inmueble le entregan los dólares que dice el certificado, porque
recién en la instrumentación de la ley estará la clave".
Pepe admite que, para los vendedores, no parece haber tanto atractivo
en este nuevo título, que sólo aceptarán quienes tengan confianza en que,
efectivamente, el círculo se cerrará con la devolución de los billetes verdes
en efectivo.
"Por ahora, no es tan clara la operatoria. Más bien, parece apenas
una herramientas de blanqueo de capitales", afirma.
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