¿Qué le pasó a Mauro Viale? ¿De golpe se convirtió en el abanderado de
la moral en el periodismo? ¿Se olvida de su pasado? ¿Borró de su historial el
nacimiento de la TV basura, que se inició con el caso Coppola? ¿Se olvida que
fue el artífice de un show televisivo que giraba en torno a una causa armada,
cuyo juez terminó preso?
Lo cierto es que Mauro Viale revivió. Estaba en el ostracismo,
confinado en los terrenos siempre oscuros del cable, hasta que de la mano de
América 24 regresó a las grandes ligas. Así se ganó el espacio de la primera
mañana de la emisora de Daniel Vila, de relaciones cambiantes con el
kirchnerismo. De ahí al dúplex con América quedaba poco. El ex relator volvió a
la televisión abierta. Su último paso por esas filas había sido cuando se ligó una
piña de Alberto Samid, el empresario al que acusó de haber apoyado el atentado
a la AMIA.
Desde su nueva posición, Viale se alineó con la postura de América en
el escándalo por lavado de dinero que involucra a Lázaro Báez, el ex presidente
Néstor Kirchner y funcionarios del calibre de Julio De Vido. Su primera
reacción fue cuestionar abiertamente a su colega Jorge Lanata por la supuesta
falta de pruebas de su investigación, a quien llegó incluso a pedirle la
renuncia en caso de no presentar nuevo material.
¿Es genuina esta postura? La contundencia de las palabras de Viale
lleva a creer que no. ¿Cómo puede ser que salga tan abiertamente a enfrentarse
a sus propios pares, en una ambigua defensa del Gobierno? Aunque nada de esto
sorprende en el marco de la actitud que tomó el elenco del canal de Vila, en el
que Luis Ventura “contraatacó” con una bajeza de la calaña de la relación de
Lanata con la cocaína.
"Te pusiste el conchero, fuiste al Maipo. No tenés
credibilidad", le espetó Mauro a Lanata. "¿Cómo hacés para salir de
este papelón? –desafió-. ¿Quién es peor de los dos?".
Modestamente, creemos tener la respuesta. Si bien de Lanata se puede
cuestionar que haya criticado a Clarín y ahora sea el bufón del Grupo
--prácticamente su candidato en las elecciones de este año, en caso de que
pudiera ser posible--, a Viale hay que reprocharle que haya sido oficialista de
todos los gobiernos. Así como en los ’90 decía ser amigo de Carlos Menem, hoy
valora el lazo de amistad que lo une con Aníbal Fernández, otro que ha lavado
su pasado. Pero ese es otro tema.
En definitiva, uno es un showman y el otro un periodista, pese a sus
pasos en falso. Porque lo que hoy hace Mauro Viale no es más que un show:
relativiza las pruebas presentadas por “Periodismo Para Todos”, le pide a
Lanata que renuncie, cuestiona a sus propios invitados, llega incluso a ofender
con el “jueguito” de no conocer el apellido de los involucrados… ¿Y todo para
qué? ¿Para plegarse al Gobierno en una actitud de dudosa moral?
Además, es un maleducado. Cualquiera que haya hecho la experiencia de
verlo en América 24 puede comprobarlo: minimiza lo que dicen en su panel, no
deja hablar, corta a la gente, desacredita los testimonios, critica a su propio
equipo al aire, los maltrata… En definitiva, se maneja como el dueño de la
verdad.
El escándalo del “Fariñagate” desató una guerra entre periodistas en la
que no faltan los billetes bajo la mesa. Sólo que algunos son más obvios que
otros.
Biografía no autorizada
Mauro Viale pasó de ser un gris relator de fútbol a soñar con
convertirse en amo y señor de la ficción periodística. Siempre fue sindicado
como un hombre de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), sobre todo
en la era menemista. “Durante la dictadura yo estaba en el limbo”, le dijo a
Nueva Sion en 1991. Su consabida amistad con Menem lo llevó a la gerencia de noticias
de ATC.
Pero eso no fue todo. Sobre el final del menemato, combinó en Canal 2
la truculencia con la política: llegó a teatralizar una declaración bajo
tortura a una periodista detenida-desaparecida en la dictadura.
Según recuerda “Tribuna de Periodistas”, un año después pasó un límite
infranqueable: tuvo que retractarse ante las afirmaciones injuriosas y
calumniosas vertidas contra la periodista Lila Pastoriza como parte de una campaña
sucia contra el Frepaso.
Pocos días después del anuncio de la fórmula presidencial del Frepaso a
dirimir entre José Octavio Bordón y Chacho Álvarez, en septiembre de 1994,
Viale emitió por ATC una teatralización en la que Pastoriza -que durante la
última dictadura estuvo secuestrada en la ESMA- era presentada como delatora de
sus compañeros.
No conforme, Mauro también afirmó que la periodista, casada en aquel
momento con Eduardo Jozami, era “ñoqui” del Concejo Deliberante de la Ciudad.
La mujer lo querelló y el juez Eduardo Etcharrán lo obligó a hacer pública la
retractación.
La etapa aliancista amagó con arrojarlo definitivamente a los márgenes
de la TV por cable, pero Daniel Hadad y Carlos Ávila lo devolvieron al aire,
aunque ya nadie lo soportaba. Sus shows empezaban a decaer.
Como se esperaba, esa experiencia dejó lo peor de Mauro, cuando en
América llegó a insinuar que el padre de Pablo Echarri, víctima de un dramático
secuestro, había muerto. Todavía se recuerda su cara de circunstancia, su
propensión al show, su impunidad con un teléfono en la mano. Hoy es un nuevo
abanderado K con un creciente rechazo en las redes sociales. Así estamos.
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