La intervención del Indec fue el punto de inflexión en la guerra por
los precios que acumularon un alza del 95,5% en diez años para el organismo
público y del 170% para los privados. En lugar de combatir las causas se puso
foco en la medición y así la Argentina escaló posiciones en el podio global de
los países con mayores subas.
Enero 2007. Graciela Bevacqua, por entonces directora del Índice de
Precios al Consumidor (IPC), se convirtió en la primera funcionaria desplazada
del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Su reemplazo: Beatriz
Paglieri, funcionaria de muy buena llegada a Guillermo Moreno, quien años
después fue promovida a Secretaria de Comercio Exterior.
"El Gobierno pretende acallar las voces que no coinciden con su
pensamiento", disparaba por entonces Bevacqua en una entrevista con El
Cronista WE. Rosarina de nacimiento, profesora de matemáticas de profesión, la
ex funcionaria tuvo que barajar y dar de nuevo desde aquel 31 de enero de 2007
fecha en la que junto con la entonces directora de Condiciones de Vida, Clyde
de Trabucchi, se vieron obligadas a dejar sus puestos. Ese día quedó marcado en
el calendario como el del comienzo de la intervención del IPC que elabora el
Indec.
"A partir de allí comenzaron los cuestionamientos por un IPC
sospechosamente bajo. Luego arrancó la partida forzada y silenciosa de varios
directivos y técnicos del organismo que iban siendo reemplazados por los data
entry", recuerda un ex funcionario del organismo. Y agrega: "Se
cambiaron los valores calculados en turismo, se dejó afuera el incremento del
22 por ciento registrado en medicina prepaga, y se tomaron como referencia
precios acordados con el Gobierno y no los relevados en la calle. Así arrancó todo".
El objetivo era claro: mientras no se encontraran mecanismos para
frenar las alzas se podría atenuar la medición. La justificación oficial: las
metodologías de los '90 no correspondían con los consumos actuales y "los
viajes al Caribe" no representaban la realidad local. Claro está, la
pobreza, la indigencia, el PBI, la distribución del ingreso y la deuda pública
son sólo algunas de las ramas cuyo tronco alimenta el índice de precios al
consumidor. Índice que desde ese momento fue siempre contrastado con una
versión alternativa: primero de las consultoras privadas y luego, multas de
500.000 pesos mediante, por el unificado de las estadísticas disidentes. Así es
como la inflación acumulada en diez años fue del 95,5%, según el Indec. O del
170% si se consolidan los datos alternativos.
La salida de Roberto Lavagna como ministro de Economía primero y la
llegada del equipo de Moreno al organismo fueron los otros dos puntos de
inflexión en el cambio de estrategia que, a juzgar por los datos oficiales
permitió "reducir" la suba del 13,4% de 2003 a 10,8% en el acumulado
2012. Claro está, según la misma fuente. Para los registros privados, la
Argentina cerró el último ejercicio con la mayor inflación de la región: 25,6%,
desplazando a Venezuela al segundo puesto en Sudamérica.
"La inflación se disparó en 2007, tuvo una baja en 2009 por la
crisis internacional y luego volvió a estabilizarse en niveles altos. El relato
se armó a posteriori. Me refiero al supuesto ahorro de dólares por los bonos
atados al CER. Luego cuando más te hundís en la mentira más difícil es
volver", destaca Hernán Lacunza, actual titular de la consultora Empiria,
en diálogo con WE. Y agrega: "hoy es más recesivo no hacer un programa
antiinflacionario que hacerlo. El desempleo, la falta de competitividad, las
restricciones, las dificultades para exportar y todos los parches de la
economía se deben a la inflación. No hay dudas de ello".
Por otra parte, no se puede seguir volcando cada vez mayor cantidad de
billetes al mercado doméstico porque la sobreabundancia de oferta conlleva una
triple pérdida: valor, respaldo y expectativas. Durante los últimos cinco años,
el gasto público creció por encima de los ingresos y así fue licuando el
superávit fiscal que pasó de casi 4 por ciento del Producto Bruto Interno en
2004 a un déficit proyectado de casi 2,5% si se restan los recursos originados
en las rentas del Banco Central y de la Anses. Es decir que los gastos que
realiza el Estado superan ya a los ingresos genuinos que se producen
mensualmente a través de la recaudación. El M1 -la cantidad de dinero que
circula en la economía, más los depósitos corrientes de los ciudadanos- aumentó
más de cuatro veces entre 2003 y 2010.
Por otra parte, ya hay también un componente inercial que funciona como
un disparador para que los precios sigan subiendo. "Los controles no
fueron efectivos", se enoja un dirigente sindical que paradójicamente
integra la liga de Antonio Caló en la CGT Alsina. Entre 2003 y 2005, el alza de
salarios para el personal de convenio fue del 10 al 12%, desde 2007 entró en el
terreno de los dos dígitos con un 23% primero, un 26% en 2008 y un 20% en 2009
producto de la crisis global. Sin embargo, gran parte de los sectores tuvieron
que volcar esos incrementos a sus valores de referencia y generar otra nueva
suba de los precios. Algo que se repetirá durante este ejercicio con valores
cercanos al 24%.
Cómo la ven
Para el 76,3% de los 220 empresarios consultados por la consultora CIO
para El Cronista, la inflación es el principal problema que afectará a sus
compañías durante este año. El aumento en el costo de los insumos (también
vinculado con los precios) y las restricciones al tipo de cambio, completan el
podio. "La inflación es el trasfondo de los problemas que tenemos hoy. Es
el resultado de una política fiscal y comercial inadecuada en la que cada vez
tiene menos efecto el juego de la oferta y la demanda y más lo monetario",
resume Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb.com.
Hace tiempo que se viene licuando la competitividad en dólares y los
márgenes salvo en algunos sectores excepcionales. La falta de inversión en la
ampliación de la capacidad instalada y las restricciones en el abastecimiento
de insumos, principalmente energéticos, aparecen como otros dos puntos a
atender en un escenario en el que se intentará mantener el crecimiento del
consumo.
Las expectativas también pesan. Según el último estudio de la
Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), la inflación esperada para los próximos
doce meses a nivel nacional promedia un 34,9%. La mediana de respuestas da un
30%, el mismo nivel que durante el año pasado y muy por encima de la tendencia
global. La estimación refleja la inflación percibida esperada que incide, entre
otras cosas, sobre negociaciones salariales y decisiones de consumo de los
agentes, resumen desde el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT.
"La inflación es lo que siempre distorsiona la economía. No
permitió ajustar tarifas en su momento y obligó a los subsidios que ahora son
muy complejos de desactivar", resume Lamothe. Y agrega: "No obstante,
la medición pesa si el objetivo de fondo es solucionar el problema. En caso que
eso ocurra también va a ser difícil de justificar por qué se hace después de
tantos años con esta decisión nacional".