El 10 de diciembre de 1999 la “Alianza”, una inédita experiencia de
coalición de partidos (Unión Cívica Radical y Frepaso), asumía el gobierno, en
el marco de una enorme expectativa de la mayoría de los argentinos, deseosos de
dejar atrás la década menemista. Veintiún meses después (julio de 2001)
renunciaba a su cargo el Vicepresidente de la República y líder principal de
una de las fuerzas que integraba la coalición, hiriéndola de muerte como tal.
En octubre de ese mismo año el gobierno era derrotado en las elecciones
legislativas y en diciembre caía en medio del repudio generalizado, no sin
represión y violencia.
Las generaciones más jóvenes del radicalismo habíamos tenido un
importante protagonismo en la lucha contra las políticas neoliberales del
gobierno de Carlos Menem, y militado entusiastas la construcción de la Alianza
como alternativa.
Nacidos a la política en democracia e identificados internamente en el
alfonsinismo y sus vertientes, nos estructurábamos en las dos organizaciones
juveniles del partido: la Juventud Radical y la Franja Morada. El liderazgo del
movimiento estudiantil nos permitía posicionar a la FUA (Federación
Universitaria Argentina) en la coalición de las organizaciones sociales que
antecedió a la coalición política. Durante un tiempo importante la FUA fue la
exclusiva, y respetada, presencia del radicalismo en el ámbito de movimientos
sociales como el Frenapo (Frente Nacional contra la Pobreza), que dieran origen
a las Marchas por la Justicia, el Trabajo y la Educación, convocadas entre
otras organizaciones por el CTA (Congreso de los Trabajadores Argentinos) y la
propia FUA.
El desencanto y la progresiva frustración de los argentinos no nos
resultaban ajenos, ni nos sorprendió en diciembre de 2001. Los jóvenes
militantes del radicalismo no habíamos comprendido la designación de tantos
economistas “confiables para los mercados” en el primer gabinete de Fernando de
la Rúa. Especialmente nos producía escozor la presencia de Juan José Llach en
el Ministerio de Educación de la Nación. Resultó casi intolerable el recorte a
los jubilados y ya no limitamos al ámbito interno nuestras críticas, saliendo a
la calle y a los medios de comunicación, cuando Ricardo López Murphy propone un
recorte del 30% al presupuesto de las Universidades Nacionales en su intento
por combatir el déficit público.
Discutimos mucho, y fuerte, con Raúl Alfonsín, entonces Presidente del
Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, quien se esforzaba en reencauzar,
en un comienzo, el proyecto aliancista, y ya sobre el final, intentar un
salvataje del Presidente radical.
Debatimos con vigor hacia el interior de nuestras filas, donde las
opiniones sobre el radicalismo, respecto al Gobierno y acerca de las propias
organizaciones juveniles, distaban mucho de ser homogéneas. La tensión más
importante era la que ponía en contradicción el respeto por aquellos valores
por los cuales todos habíamos abrazado al radicalismo, y la defensa de un
gobierno, radical en las formas, pero ajeno y lejano en relación a sus
principales políticas públicas. Pero no era la única. Importantes
transformaciones en nuestra propia cultura política ponían en jaque los valores
de una generación que se debatía entre las seducciones que el “poder” ejercía
sobre ella, y la consecuencia con los principios.
Así y todo, asistimos con dolor a la caída del Gobierno de Fernando de
la Rúa. El puñado de militantes que algún tiempo después daríamos origen a la
Cantera Popular, casi todos con responsabilidades nacionales en las
organizaciones juveniles del partido, nos encontramos por aquellos días aciagos
en la Plaza de Mayo y alrededores, en las espontáneas manifestaciones de bronca
de los porteños, que se repetían y multiplicaban en las principales ciudades
del país.
Caído el gobierno y abierto el trabajoso proceso de transición
parlamentaria que culminaría con la asunción de Eduardo Duhalde, nos abocamos
de inmediato a la contención de nuestras organizaciones. Otra vez discutimos
con Raúl Alfonsín la pertinencia o no de integrar el gobierno, denominado por
entonces de “unidad nacional” de Eduardo Duhalde. Quienes militábamos en la
Franja Morada, teníamos, en enero de 2002, una preocupación adicional:
enfrentar el Congreso Ordinario de la Federación Universitaria Argentina que
debía llevarse a cabo en marzo de ese año en la Universidad Nacional de
Córdoba. Había que retener la Presidencia de la FUA (en manos radicales desde
el retorno a la democracia), en un marco de crisis interna, política y de identidad,
y con el histórico abanico de agrupaciones de izquierda fortalecidas por el
proceso asambleario y de crisis de los partidos tradicionales.
Con esa consigan fuimos al XVIII Congreso Nacional de Franja Morada,
realizado en la Universidad Nacional de Río Cuarto los días 14 al 17 de febrero
de 2002. No más de 500 militantes de todo el país (quizás el Congreso menos
numeroso en muchos años), con ausencia total de dirigentes partidarios cuya
asistencia había sido una constante durante muchos años en los Congresos
Ordinarios, preparamos a la organización para que llegara unida y movilizada a
Córdoba, donde, con la presencia de una movilización histórica (aproximadamente
6.000 militantes de todo el país), los días 8 y 9 de marzo de 2002, retuvimos
la conducción de la Federación Universitaria Argentina ante la mirada perpleja
del resto de las fuerzas políticas del movimiento estudiantil que no esperaban
semejante muestra de capacidad de recuperación de nuestra organización.
Emiliano Yacobitti y Marcos Duarte son electos Presidente y Vicepresidente de
la FUA. Hacía cuatro meses que había caído Fernando de la Rúa.
La Cantera Popular
El esfuerzo realizado por militantes de la Franja Morada, provenientes
de diversas tradiciones dentro del radicalismo (especialmente quienes se
encolumnaban en el alfonsinismo y quienes lo hacían en la Corriente de Opinión
Nacional), genera condiciones de convivencia inéditas en la historia reciente
de la organización, en el marco de las cuales se pasa, más o menos rápidamente,
de una estrategia de supervivencia y de administración de la crisis política, a
otra vinculada a un proyecto para el partido y el país.
Durante todo 2002 se intensifican las conversaciones entre los
referentes de los dos espacios tendientes a, por un lado, garantizar un proceso
de recambio en las autoridades de la Mesa Nacional que debía realizarse a
comienzos de 2003 (además de elegir a los candidatos a la FUA 2004-2006), y por
otro lado, conformar un espacio político autónomo e independiente de las líneas
tradicionales del radicalismo, dotado de un programa para la modernización y
transformación del mismo, con el objetivo de recuperar su vocación mayoritaria
y de representar a los más amplios sectores de la sociedad argentina.
El 30 de enero de 2003, en Sauce Viejo, Santa Fe, se redactan y
aprueban los “100 consensos básicos”, documento fundacional de la Cantera
Popular, constituido a la vez en Programa de Acción, a partir de cuya lectura,
que debe hacerse contextualizando las afirmaciones en el marco de los debates de
la Argentina de ese momento, podemos repasar el derrotero llevado a cabo por
nuestro espacio político en los años subsiguientes. Así, un resumen de ese
manifiesto permite afirmar que en él se propone:
A) Reafirmación de la Democracia Representativa como la mejor forma de
gobierno, aún cuando se advierte que “las libertades no pueden ser sólo
formales y abstractas”, sino que “deben corporizarse en una ampliación
permanente de todos los sectores sociales en las decisiones políticas, en la
afirmación de los rasgos culturales y en el disfrute de la riqueza nacional”.
B) Adscripción al ideario de la Socialdemocracia, “la cual no renuncia,
a pesar de las tensiones que ello implica, a combinar libertad con igualdad,
profundizar la democracia, procurar la paz, promover la civilidad”.
C) Afirmación del rol central del Estado, ya que en su “recuperación
radica buena parte de la resolución de los problemas nacionales”, y advierte
que “somos conscientes que la virtual inexistencia del Estado converge en una
pérdida creciente de capacidad de decisión estatal soberana sobre los sectores
dominantes y un achicamiento de su capacidad de gestión”. También expresa que
“impulsamos la construcción de un Estado fuerte, capaz de hacer posible en el
marco de la convivencia pacífica, las demandas de las grandes mayorías. Creemos
que ese Estado es imposible concebirlo desvinculado del equilibrio que otorga
la división republicana de poderes”
D) Compromiso con el ideal de justicia, “depositamos en la idea
superior de justicia la resolución de las controversias derivadas de intereses
sociales antagónicos; creemos preciso dar prioridad a los postergados a la hora
de gobernar, legislar o dictar justicia, sin por ello poner en riesgo la paz
social que, de romperse, acabaría perjudicándolos aún más”
E) Reivindicación de los Partidos Políticos, pues “la democracia
requiere ineludiblemente de ellos para su funcionamiento”, y que “frente a la
crisis de representación de estos es indispensable recuperarlos, o crear
partidos nuevos o coaliciones de partidos que reemplacen a los que mueren”. “Se
requiere recuperar la política y contar con partidos vigorosos y renovados”
F) Pertenencia al radicalismo, “por definición ideológica, como
instrumento válido aún para nuestra acción política”, pues “estamos convencidos
que en los valores y principios históricos del partido radical, encontramos
suficientes razones para abocarnos a la tarea de su reconstrucción, que nos
permita rescatar la concepción de partido de masas de sus orígenes y ofrezca un
programa de paz, bienestar y justicia para las grandes mayorías. Elegimos, por
tanto, el camino de la recuperación del radicalismo”. Y agrega, “Si lo
recuperamos de manos de quienes se sirven de su historia y sus principios para
beneficio personal, el radicalismo puede todavía hacer un aporte singular a la
resolución de la crisis del país”
G) Unidad del radicalismo, “el radicalismo, que alguna vez supo
representar la causa contra el régimen, agoniza, y sus dirigentes más
encumbrados aparecen ante la opinión pública disputándose sus despojos,
poniendo al partido al borde de la ruptura, sin que ello sea al menos, por
razones ideológicas”
H) Unidad del campo popular, “Observamos con disgusto el desencuentro e
incomprensión mutua de quienes dicen representar a los sectores populares”, “el
peronismo, depositario aún de una importante cuota de respaldo popular, desiste
de ponerse al frente de un proyecto de recuperación nacional y se sumerge en
interminables internas, sin poder resolver la crisis de liderazgo e identidad
que le provocó el haber abrazado la doctrina neoliberal en los noventa. Los
dirigentes que encarnan la “renovación”, empezando por el propio presidente de
la República, están demasiado comprometidos con aquel proceso de destrucción
nacional, como para ser depositarios de una renovada confianza popular”, “Otras
expresiones legítimas de los sectores progresistas, como el sindicalismo
democrático (CTA), el socialismo unificado o el ARI de Elisa Carrió, son con
frecuencia ganados por la especulación, el egoísmo, la exclusión o el
individualismo”, Frente a ello reafirmamos nuestra vocación de trabajar por la
unidad de los sectores populares desde la recuperación de nuestra propia
identidad, vinculada a los sectores progresistas del Partido Radical, sin por
ello negar la existencia de otras expresiones con las cuales aspiramos, más
tarde o más temprano, confluir”
I) Conquista del poder formal del partido, ya que “ese es nuestro
desafío principal en el mediano plazo: imponer un programa político progresista
al partido, convocando detrás de él a vastos sectores de la vida partidaria
misma y de otros sectores de la sociedad”, “debemos proponernos en el corto y
el mediano plazo la conquista del poder formal del partido, desalojando a
numerosos sectores políticos que impiden o retardan estos objetivos, de su
control mayoritario”
J) Necesidad de formular un programa, “Es en la formulación de un
moderno programa político, orientado a incluir a los sectores expulsados del
sistema por el neoliberalismo, que entendemos reside buena parte de la
posibilidad de convocar a cientos de militantes radicales diseminados por toda
la República presa del desencanto y la frustración, traicionados por sus
dirigentes y descalificados por la sociedad”
K) Creación de una fundación política, técnica y de pensamiento, al
afirmar en Sauce Viejo que “entendemos necesario contar con un instrumento
visible mediante la figura de una Fundación”, para agregar que, “Desde ella,
desarrollar políticas tendientes a contar con cuadros técnicos trabajando en la
elaboración del programa, y estrategias de formación política intensivas para
los integrantes de nuestra organización”. Finalmente, “es desde la Fundación
que nos proponemos tejer relaciones con otros movimientos y organizaciones
sociales representativas de los sectores populares”
L) Estrategia sin tiempo, “No emprendemos una carrera desenfrenada
hacia el poder. No seremos gestores de una nueva frustración de los argentinos.
Aspiramos a prepararnos concienzudamente, y a elegir los caminos más idóneos
para, una vez alcanzado aquel, gobernar con lealtad a nuestros principios”
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