1) Declaramos como nuestro principal objetivo la conquista del poder
político por vía de las instituciones democráticas, por parte de una nueva
generación de argentinos, que superando los errores del pasado, se proponga
reinsertar a la Nación en el camino de la igualdad, la libertad, la justicia
social, el desarrollo económico, el progreso social y la soberanía política.
2) Nuestro ideario se vincula al pensamiento de la social democracia,
es decir, a combinar Libertad con Igualdad, promover la solidaridad,
profundizar la democracia y procurar la paz.
3) Estamos convencidos que la única consolidación posible de la
democracia en América Latina, es mejorando sustancialmente el reparto de la
riqueza, y afirmando el papel del estado en las áreas de educación y salud, así
como en la preservación de los recursos nacionales estratégicos.
4) Creemos que las libertades no pueden ser sólo formales o abstractas,
deben corporizarse en una ampliación permanente de la participación de todos
los sectores sociales en las decisiones políticas, en la afirmación de los
rasgos culturales y en el disfrute de la riqueza nacional.
5) Los grandes problemas nacionales nos convocan: el quiebre productivo
que implicó el cierre de cientos de empresas en la última década, el peso de
una deuda externa agobiante y mayoritariamente ilegítima, una tasa de desempleo
sin precedentes, la creciente informalidad del trabajo, la caída de ingresos de
los asalariados y el aumento de la desigualdad social, la crisis de valores, la
falta de perspectiva y retroceso de las clases medias y el crecimiento de la
violencia social e institucional, así como la corrupción y el individualismo
que afecta a la sociedad en su conjunto, expresada dramáticamente en su clase
dirigente.
6) También, la desaparición de la educación pública como política de
Estado, la sistemática destrucción de nuestro aparato científico tecnológico,
la expulsión de niños y ancianos de toda cobertura de salud, la enajenación del
suelo y el subsuelo, la sumisión humillante a la potencia hemisférica y
mundial, entre otras calamidades.
7) Somos conscientes que la virtual inexistencia de Estado converge en
una pérdida creciente de capacidad de decisión estatal soberana frente a los
sectores dominantes y un achicamiento de su capacidad de gestión.
8) Esta brutal transformación, sumado a la cooptación que sus
beneficiarios han derramado sobre el conjunto de la clase dirigente, ha
afectado a la política y sus instituciones produciendo la crisis de legitimidad
de los partidos más profunda de la historia, letal para la continuidad del
sistema democrático.
9) Frente a este diagnóstico, afirmamos que en la recuperación del
Estado radica buena parte de la resolución de los problemas nacionales. Pero para
ello se requiere recuperar la política y contar con partidos y organizaciones
vigorosas y renovadas.
10) Tenemos la convicción de que el futuro de un pueblo está
íntimamente vinculado a la calidad de sus ciudadanos y por ende de sus
dirigentes. Así, un pueblo libre necesita de dirigentes que asuman el contrato
establecido con sus representados.
11) Consideramos que la democracia requiere ineludiblemente de partidos
políticos para su funcionamiento y que frente a la crisis de representación de
éstos, es indispensable recuperarlos, o crear nuevos partidos o coaliciones de
partidos que reemplacen a los que mueren. La certeza de la imprescindibilidad
de los partidos políticos, no va en desmedro de las nuevas formas de
participación que la sociedad va gestando y que integran el sistema
democrático.
12) Entendemos posible la paz social basada en la permanente inclusión
de los marginados, a través del acceso a la educación pública en todos sus
niveles, a la dignidad que otorga el trabajo debidamente remunerado, a la salud
pública de calidad, a la cultura y al bienestar general.
13) Descreemos de los falsos antagonismos destinados a dividir y
enfrentar a los sectores populares para allanar así el camino a los intereses
concentrados del capital especulativo (en ocasiones también el productivo,
cuando éste está concentrado en pocas manos).
14) En cambio, depositamos en la idea superior de justicia la
resolución de las controversias derivadas de intereses sociales antagónicos;
creemos preciso dar prioridad a los postergados a la hora de gobernar, legislar
o dictar justicia, sin por ello poner en riesgo la paz social que, de romperse,
acaba perjudicándolos aún más.
15) Impulsamos para ello la construcción de un Estado fuerte, capaz de
hacer posible en el marco de la convivencia pacífica las demandas de las
grandes mayorías a partir de ese ideal de justicia. Creemos que ese Estado es
imposible concebirlo desvinculado del equilibrio que otorga la división
republicana de poderes.
16) Resulta imperioso para hacer posible un gran país restaurar la
confianza del pueblo en los jueces y magistrados de la nación; así como en la
Constitución Nacional como pacto de convivencia del que deriva la paz y el
progreso social.
17) Creemos que en la actual crisis del país, con la amenaza cierta de
desintegración y fragmentación política, cultural y territorial, la principal
tarea es preservar las pocas organizaciones de carácter nacional y popular que
subsisten.
18) Es por todo ello que quienes nos damos cita hoy aquí elegimos, por
definición ideológica, a las formas democráticas para la concreción de nuestros
objetivos, y a la Unión Cívica Radical como instrumento válido aún de nuestra
acción política.
19) Estamos convencidos que en los valores y principios históricos del
Partido Radical, encontramos suficientes razones para abocarnos a la tarea de
su reconstrucción, que nos permita rescatar la concepción de partido de masas
de sus orígenes y ofrezca un programa de paz, bienestar y justicia para las
grandes mayorías. Elegimos por tanto, el camino de la recuperación del
radicalismo.
20) Si lo recuperamos de manos de quienes se sirven de su historia y
sus principios para beneficio personal, el radicalismo puede todavía hacer un
aporte singular a la resolución de la crisis del país.
21) Observamos con disgusto el desencuentro e incomprensión mutua de
quienes dicen representar a los sectores populares. El radicalismo, que alguna
vez supo representar la causa contra el régimen, agoniza y sus dirigentes más
encumbrados aparecen ante la opinión pública disputándose sus despojos,
poniendo al partido al borde de la ruptura, sin que ello sea al menos por
razones ideológicas.
22) El peronismo, depositario aún de una importante cuota de respaldo
popular, desiste de ponerse al frente de un proyecto de recuperación nacional y
se sumerge en interminables internas sin poder resolver la crisis de liderazgo
e identidad que le provocó el haber abrazado la doctrina neoliberal en los
noventa.
23) Los dirigentes que encarnan la “renovación”, empezando por el
propio presidente de la República, están demasiado comprometidos con aquel
proceso de destrucción nacional, como para ser depositarios de una renovada
confianza popular.
24) Otras expresiones legítimas de los sectores progresistas, como el
sindicalismo democrático (CTA), el socialismo unificado o el ARI de Elisa
Carrió, son con frecuencia ganados por la especulación, el egoísmo, la
exclusión o el individualismo, que le impiden hasta acá construir una fuerza
política transformadora capaz de reunir en su seno identidades valiosas y
necesarias para su consecución.
25) Frente a ellos reafirmamos nuestra vocación de trabajar por la
unidad de los sectores populares desde la recuperación de nuestra propia
identidad, vinculada a los sectores progresistas del Partido Radical, sin por
ello negar la existencia de otras expresiones con las cuales aspiramos, más
tarde o más temprano, confluir.
26) Es en la construcción de un moderno programa político orientado a
incluir a los sectores expulsados del sistema por el neoliberalismo, que
entendemos reside buena parte de la posibilidad de convocar a cientos de
militantes radicales diseminados por toda la república presa del desencanto y
la frustración, traicionados por sus dirigentes y descalificados por la
sociedad.
27) Si el programa además es capaz de ser comprendido y enriquecido por
la sociedad y produce un paulatino acercamiento de la gente al partido,
habremos emprendido el camino de su recuperación. Ya lo intentaron los jóvenes
de la Declaración de Avellaneda en 1945; ya lo intentaron los jóvenes de la
Coordinadora en las décadas del sesenta y setenta.
28) Ese es entonces nuestro desafío principal en el mediano plazo:
Ofrecer y aplicar un programa político progresista al partido, encolumnando
detrás de él a vastos sectores de la vida partidaria misma y de otros sectores
de la sociedad.
29) Pero al mismo tiempo ir desarrollando poder político real que nos
permita en un futuro no tan lejano ser los principales ejecutores de ese
programa. Para ello debemos proponernos en el corto y el mediano plazo la
conquista del poder formal del partido, desalojando a numerosos sectores
políticos que impiden o retardan estos objetivos, de su control mayoritario.
30) Cabe aquí distinguir entre aquellos sectores que viven de sus
restos de prestigio y fundamentalmente de su historia, y aquellos otros que se
ubican ideológicamente en el “centro” político.
31) A los primeros hay que desalojarlos del seno del partido (asumiendo
que no se trata de sectores débiles en la vida interna de éste). En cuanto a los
segundos, debemos ser certeros en el diagnóstico: el radicalismo dista mucho de
ser un partido ideológicamente definido, por lo cual, para romper su tradición
de partido de centro, debemos generar una mayoría que respalde nuestro
proyecto, y eventualmente convivir con los sectores “moderados”.
32) Entendemos equivocada la estrategia de cierto progresismo
partidario de intentar construir la alternativa a partir de la exclusión
sistemática de grupos y dirigentes que se ubican en el centro político. Todo lo
contrario, el objetivo debe ser liderarlos, nutriéndose al mismo tiempo de la
fuerte identidad que suelen tener principalmente en el interior del país.
33) En todo caso, lo que no nos puede suceder a quienes conformamos La
Cantera es que el “centro” partidario nos colonice lentamente a medida que
vamos acercándonos al poder. Para ello debemos establecer para nosotros mismos
pautas de conducta irreprochables que concilie las prácticas políticas con los
valores que pregonamos.
34) Creemos que la tarea más inmediata es constituirnos en todo el
territorio del país, convocando a todos aquellos jóvenes militantes del
radicalismo que estén dispuestos a sumarse a una construcción colectiva,
alejada de los personalismos y de las formas de construir tradicionales en el
partido. Debemos tensionar al interior del radicalismo para atraer a la mayor
parte de la militancia radical (la que está y la que se fue), así como a nuevos
militantes en forma simultánea.
35) También a quienes no militando en la Unión Cívica Radical coincidan
en la necesidad de construir una gran fuerza política progresista que permita
refundar la nación.
36) No se trata de convocar a nadie a un salto al vacío. Nuestro
movimiento se nutre esencialmente de las construcciones locales, y auspicia
solidariamente la acumulación de poder político local de sus integrantes. En
ello va a radicar la capacidad de ser exitosos en el objetivo primario de ser
actores centrales en la vida partidaria.
37) Se trata de no servirse de la construcción colectiva para la realización
de proyectos individuales. Es vital el imperio de la solidaridad recíproca
entre las construcciones locales y la comunidad nacional. Quien no esté
preparado para asumirlo no debe embarcarse en este proyecto, sin desmedro de
que en el futuro se incorpore.
38) Creemos que nuestra consolidación va a depender centralmente de
cinco factores: la fuerza de las convicciones de nuestros cuadros y dirigentes;
la solidez de la organización; el nivel de los recursos materiales de que
dispongamos; el nivel de los apoyos (y la legitimidad que vayamos cosechando en
la militancia y la sociedad) y la estrategia de alianzas que nos planteemos.
39) El primer factor se vincula a la capacidad de construcción de una
identidad colectiva a lo largo y a lo ancho del país, racional, en el sentido
que cada uno de los militantes sepa que se suma a un proyecto político
concreto, basado en un ideario y un programa particular.
40) El segundo se trata de nuestra convicción de constituirnos
nacionalmente, con criterio territorial y desarrollo de militancia local, con
una organización nacional que facilite esa construcción y no la retraiga.
41) Creemos que esa construcción se edifica fundamentalmente sobre los
valores de solidaridad militante y lealtad con la organización.
42) El financiamiento de la organización es central en el éxito de los
objetivos; sin embargo deberemos procurar financiamiento genuino y
transparente, para lo cual entendemos necesario el rol de una Fundación, como
así también el desarrollo de emprendimientos productivos.
43) El cuarto factor tiene que ver con la estructuración de acciones
que inviten a la militancia y a la sociedad a sumarse en la consecución de los
ideales generales y específicos, movilizando capacidades ciudadanas.
44) Finalmente, debemos construir poder funcional y para ello poseer
instancias que lo vinculen y le permitan la interlocución con organizaciones
empresarias, sindicales, educativas, comunicacionales, entre otras.
45)El debate con las organizaciones de la sociedad civil, la programación
de actividades conjuntas, las acciones de proveer formación e información a los
ciudadanos, la movilización para presentar exigencias, son tareas cotidianas
que debemos encarar para construir la base de apoyo o el poder político
necesario para realizar las transformaciones contenidas en este ideario.
46) Desde la fundación debemos desarrollar las políticas tendientes a
contar con cuadros técnicos trabajando en la elaboración del programa, y
estrategias de formación política intensivas para los integrantes de nuestra
organización.
47) Finalmente es desde ella que nos proponemos “tejer” relaciones con
otros movimientos y organizaciones sociales representativas de sectores
populares. Pero fundamentalmente desde allí generar las propias políticas de
inserción social y construcción territorial con programas propios al estilo del
Plan de Alfabetización.
48) Nos planteamos convocar a un amplio espectro de intelectuales y
pensadores nacionales que compartan la necesidad de recuperar la capacidad de
lucha del pueblo argentino a partir del encuentro de los diversos sectores que
pretendemos representar.
49) Es decir, ser facilitadores de la generación de pensamiento crítico
que permita ir encontrando las soluciones a los problemas del país, generando
nuestros propios cuadros técnicos e intercambiando opiniones con otras
organizaciones que se aboquen al mismo objetivo.
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