Es la intensión de este breve ensayo descubrir e interpretar por que
para el pensamiento Radical, la U.C.R. (Unión Cívica Radical) lejos de ser un
partido político, un movimiento popular, “es una ética” (R. Alfonsín, 1983). La
ética, para la U.C.R., es fundamental. La ética es la idea primigenia junto a
la libertad del hombre y la oportunidad de elegir libremente a sus gobernantes.
Es decir, se trata de la búsqueda de las soluciones sobre la base de la idea
moral, idea que fue incorporada por Leandro Alem y fundamentalmente por
Hipólito Yrigoyen como resultado de sus lecturas de Krause. Sin estos
fundamentos, la política se transforma en una cuestión de mercaderes. Hay tres
o cuatro cosas muy importantes en el pensamiento y la practica política de
Yrigoyen y el radicalismo que directamente tomadas del krausismo se han
integrado a la fe doctrinaria de la "ideología radical" y que
concilian la herencia histórica del radicalismo con la ilustración del siglo
XVIII, el pensamiento de la Revolución Francesa, el republicanismo de los
revolucionarios de mayo y las corrientes del idealismo romántico social de la
Generación argentina de 1837.
La profesión de fe doctrinaria
es el credo político centenario del radicalismo, expresando su contenido
filosófico que le otorga permanencia como requisitoria transformadora, nutre
los imperativos éticos, los grandes principios que inspiran su ideología,
orientan su conducta ciudadana y guían su accionar político.
Esta profesión de fe se fundamente en cuatro ideas fundamentales que
enmarcan el contenido ético de su propuesta política, el cual en reiteradas
oportunidades se ve expresado en el discurso, las acciones de gobierno y la conducta de sus hombres. Estas ideas
están relacionadas a: La idea de democracia, como expresión de la soberanía
popular de la participación. La concepción del individuo concebido como ser
para la libertad y con la solidaria armonización del individuo con las
necesidades de la sociedad en su conjunto.
"Se trata de elevar a un pueblo a la alta dignidad del hombre
libre, de consagrarle sus más importantes derechos, combatiendo legalmente por
la práctica de sus instituciones, que formuladas en un código, son sin embargo,
desconocidas y holladas por los malos mandatarios... "Leandro Alem
"Para los radicales el pueblo no es algo que se mire, se valore y
se proteja como exterioridad; el pueblo somos nosotros mismos, esa totalidad
que sufre y sueña, que protagoniza su quehacer y su destino en cuya entraña
sentimos, pensamos y vivimos, sin retacear problemas colectivos. Nunca
aprendimos a trepar para contemplarlo desde arriba y dejarle caer frases
tutelares, sentimientos de amparo y protección. El pueblo es para nosotros,
sujeto de la contingencia creadora en cuyo nudo dramático estamos todos
apretados, y no objeto de una terapéutica concebida desde observatorios,
formulada desde gabinetes, engendrada, en suma, fuera de su matriz histórica.
Lo que no haga el pueblo no se hará por él; lo que el pueblo no diga no se dirá
por su cuenta..." Ricardo Balbín, (declaración en Radio El Mundo, 15 de
febrero de 1957)
La idea de nación y de las relaciones de las naciones entre sí, como
articulación de soberanías internas, de libre asociación de autonomías,
partiendo de la sacralización de los hombres y de los pueblos.
“El Radicalismo es la corriente histórica de la mancipación del pueblo
argentino, de la autentica realización de su vida plena en el cultivos de los
bienes morales y en la profesión de los grandes ideales surgidos de su entraña.
Hunde sus raíces políticas en lo histórico de la nacionalidad y constituye una
requisitoria contra toda filosofía material de la vida humana y del destino de
la Nación en el mundo. Así el Radicalismo se identifica con las más nobles
aspiraciones de los pueblos hermanos y lo argentino se articula y adquiere
sentido esencial en la lucha emancipadora sudamericana y en el anhelo universal
por la libertad del hombre. Desde el fondo de nuestra historia, trae el
Radicalismo su filiación, que es la del pueblo en su larga lucha para
conquistar su personería. En la tradicional contienda que nutre la historia
argentina, el Radicalismo es la corriente orgánica y social de lo popular, del
federalismo y de la libertad, apegada al suelo e intérprete de nuestra
autenticidad emocional y humana, reivindicatoria de las bases morales de la
nacionalidad; es el pueblo mismo en su gesta para constituirse como Nación dueña
de su patrimonio y de su espíritu…” Profesión de Fe Doctrinaria
“Nosotros no estamos contra el capital. Porque el capital como
acumulación de dinero no es más que acumulación de trabajo… Pero estamos contra
los excesos del capital. Es como si reconociéramos que siendo bueno el alcohol
es funesto el alcoholismo. Nosotros sabemos que el capital, obediente a su ley
constitutiva, no busca otra cosa que la ganancia, que coloca la obtención de la
utilidad por encima de la moral… El capital coloca la obtención de la utilidad
y del beneficio por encima de la libertad… sabemos que los titulares del
capitalismo, que son hombres como nosotros, conocen la tragedia de su propio
destino… Queremos entonces una revisión del ordenamiento capitalista. Queremos
sacar el oro de la posición de símbolo augusto que le da esta civilización y poner
en su lugar al hombre y trabajar todos por ese hombre que no pertenece a ningún
partido, a ningún país, que el ser trabajador de todas las épocas, para hacerlo
más suyo, para darle más salud, para hacerlo más soberano, para hacerlo más
libre”. Crisólogo Larralde
La concepción de armonía social, del dialogo, de la tolerancia, de la
pacífica superación de los conflictos, de un humanismo pacifista.
“El método violento de las élites de derecha o de izquierda se
justifica a si mismo con el triunfo definitivo y final, absoluto, de una
ideología sobre otra y de una clase sobre otra. La democracia aspira a la
coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas
ideologías y de diferentes percepciones de la vida. Es pluralista….hace posible
la resolución pacífica de las controversias de la sociedad” (Discurso del Sr.
Presidente ante el Congreso de la Nación) Raúl Allfonsín.
La idea ética y moral no sólo se circunscribe al accionar político, hay
en los radicales un "estilo" en su personalidad, en sus costumbres,
en sus modos de actuar: la austeridad, la sobriedad, el permanecer un poco
oculto de la publicidad, en su manera de hablar, su actitud de convencer, su
gesto pedagógico en el trato político individual que surge de una conducta y de
su incorporación a una filosofía de vida y a una ética social. Estas formas del
radicalismo no fue solamente influencia del krausismo o el liberalismo del
siglo XIX, también asume cierto racionalismo kantiano otorgando imperativos
categóricos a algunos de sus principios, claramente antipositivistas,
espiritualistas y humanistas, y esto forma parte permanente y dan gran sentido
e identidad a las concepciones ideológicas del radicalismo."
Leandro Alem no solo fundo la Unión Cívica Radical, sino que a través
de consignas claras y precisas como la reparación nacional, la defensa de la
soberanía, el sufragio libre, la intransigencia de principios, el respeto a la
constitución, la defensa de la causa de los desposeídos, la emancipación
latinoamericana, le dio un programa a la Unión Cívica Radical, un programa para
ser llevado adelante y defendido a través del tiempo, puesto que estas
consignas se universalizan y perduran en
la vida política, un programa que luego Hipólito Yrigoyen a través de sus ideas
y principios bien arraigados en la escuela Krausista, se encargo de darle un
sentido y una legitimación política que lo llevo a encontrar no solo la
mencionada filosofía política, sino que se transformó en un estilo de vida.
“Por eso para el Radicalismo los fines son inalterables: los de la
libertad y los de la democracia para la integración del hombre, así como pueden
ser variables los medios porque son instrumentos, y variables son las
condiciones sociales de la realización nacional. En el proceso transformador
que vive el mundo, transformase también el Estado, pero el Radicalismo,
centrado en su preocupación por el hombre, no puede invertir los fines del
Estado, cuyo intervencionismo sólo puede referirse a la administración de las
cosas y a los derechos patrimoniales, y no a los derechos del espíritu, morada
de la libertad humana. El mundo entero sufre de un mal profundo proveniente de
no adecuar las posibilidades materiales a fines de emancipación del hombre”.
Profesión de Fe Doctrinaria."La República sabe que la U.C.R. ha inscripto
en su bandera de principios la honradez administrativa, la libertad de
sufragio, el régimen municipal, la autonomía de las provincias y el castigo del
fraude electoral y de las malversaciones del tesoro público. Este programa
amplísimo, progresista e impregnado de un espíritu esencialmente nacional, ...
propone realizar las más adelantadas conquistas del derecho público."
Lendro Alem.
Dos importantes historiadores del catolicismo argentino, Loris Zanatta
y Roberto Di Stéfano plantean la hipótesis de que en nuestro país la política
se practica como una religión. Esto es: la fe política sustituye una fe
religiosa en la que ya no se cree, pero es una mística que retorna,
transmutada. Es inevitable recordar esa hipótesis ante el nacimiento de la
Unión Cívica Radical.
La bandera más poderosa del radicalismo fue la lucha contra el fraude
electoral. Era la "causa" de la Nación contra el "régimen"
oligárquico. Era también una utopía restauradora de los valores liberales de la
Constitución de 1853 y esto explicaría la negociación final con Roque Sáenz
Peña. Muchos radicales vivieron esta lucha como una batalla entre el Bien y el
Mal, donde Yrigoyen era un "apóstol", los miembros del partido eran
"correligionarios", la victoria era "la reparación" y
cualquier renuncia, una "apostasía".
De algún modo, la mística religiosa se transmutó en una mística
política. El tiempo demostraría que esta manera de practicar la política
-apoyándose en una concepción esencialista, donde el reclamo ético era puramente
subjetivo y se ubicaba fuera de la historia, la sociedad y la economía- tenía sus riesgos, como el maniqueísmo y la
intolerancia. Estos no eran riesgos nuevos en 1916, cuando Yrigoyen llegó al
gobierno.
“El radicalismo tiene que volver a sus fuentes, que siempre estuvieron
amparadas por lo que Yrigoyen define como su idea moral. El partido puede
cambiar su esencia sobre la base de la frustración y los desengaños. Se hizo
muy fuerte la defensa de sus ideales, tuvo casi un sentido religioso. Por ello
los radicales nos llamamos correligionarios, participantes de una verdadera
religión, que es la religión de la ética, de la política limpia, de la política
moral. El radicalismo tiene esos principios como base fundamental" Anselmo
Antonio Marini
"No es el Radicalismo un simple partido, como no pudo serlo el
gran ideal congregante que reunió a los grandes patriotas que fundaron Nuestra
Nación y las Naciones hermanas en la lucha por la Independencia. Es una fuerza
de la Historia Nacional y continental que concibe la República como idea moral
y que brega por darle constitucionalidad a la independencia, por dar a la
Nación bases firmes, morales, espirituales, políticas para su desarrollo
auténtico. Su programa es una suma de programas y una continua lucha principista
que aspira introducir la autoridad moral en el sistema de la política con la
preocupación, ante todo, del alma del hombre argentino…” Gabriel Del Mazo
El Radicalismo como ética representa un ejemplo de ética política desde
el momento que se plantea como un dogma religioso e intransigente en sus
principios pero encarna perfectamente la teoría Weberiana de las dos éticas.
Arturo Roig en su libro Los Krausistas Argentinos (2005) reflexiona que las
exigencias de ética ciudadana no impedirán la Semana Trágica de 1919 ni las
matanzas de Santa Cruz en 1921, entre otros momentos oscuros.
En este sentido, Los krausistas argentinos puede leerse como una
crítica desmitificadora del "inconsciente político" característico de
nuestras clases medias .El pensamiento y la acción de gobierno radical siempre
se han mantenido en los márgenes de la ética, la moral y el derecho, en la
búsqueda del equilibrio entre la ética pública y el respeto por las libertades
individuales, ha sido una preocupación permanente la construcción de un estado
de derecho que permita el equilibrio entre la aspiración republicana y la
concepción liberal del hombre, una búsqueda permanente del diálogo y el
consenso, en esto quizás reside el alma de lo que se denomina la “Ética
Radical”, aún así y como lo hemos mencionado párrafos arriba ha priorizado la
responsabilidad del buen gobierno por sobre la ética de las ideas, siempre que
este planteo no fuera en si mismo un atentado contra la libertad y la dignidad
del hombre.
“Por un lado había un alzamiento
militar…, y por el otro un ejército que era en parte renuente a reprimir.
Además algunos sectores de la prensa pedían que cesaran los juicios […]. Ante
una encrucijada de esta naturaleza, la mejor opción era proteger la vida de los
ciudadanos, evitar la sangre, evitar los enfrentamientos. En definitiva hablar
de derechos humanos era precisamente actuar responsablemente de cara al futuro…
Raúl Alfonsín
No se puede concluir esta
primera aproximación al Radicalismo y su ética, sin dejar apuntadas algunas
posibilidades práctico-políticas, contraponiéndolas a las del actual modelo
social tecnocrático. Frente al individualismo y el emotivismo ético sin relevancia
pública, el radicalismo y su modo de hacer política, reconoce la competencia
ética de los ciudadanos para intervenir en la orientación y el desarrollo de la
sociedad y las políticas públicas. Esto se contrapone diametralmente a la razón
pública moderna que es razón técnica que discurre bajo los parámetros de
neutralidad ética y eficacia, procurando no superar los límites de lo
“políticamente correcto”.
En actualidad esta fuerza
política no está ajena al descredito al que está sometida la clase política
pero su fortaleza y reaseguro reside en el rescate del valor de la coherencia,
de la doctrina y de la democracia interna, como elementos éticos fundacionales
que en medio del reclamo actual de ética en la vida pública y también del
desafío de construir una nueva representatividad política, donde el voto no
autorice a cualquier cosa en nombre del realismo, le permitirán al radicalismo
ser una alternativa política nacional. Raúl Alfonsín casi parafrasea a Leandro
Alem, en la carta póstuma a su hijo, cuando plantea que se “Sigan a ideas, no a
hombres” y se retome con su verdadero sentido al viejo axioma radical: “Que se
pierdan mil gobiernos pero que se salven los principios”, como algunas de las
bases que permitirán el re-encuentro y el fortalecimiento del radicalismo” y
como una necesidad de regresar a las raíces éticas y morales que lo conecten
nuevamente con la nación y el alma de los hombres.
A modo de final podemos decir
que, el radicalismo – tanto en sus fundamentos filosóficos como en su
proyección práctica-alienta una aspiración fundamental: la de redescubrir y, al
mismo tiempo, construir entre todos las condiciones sociales en las que se
potencie la optimización humana o, lo que es lo mismo: el humanismo, como modo
de pensar y de actuar, apuesta por el cultivo intelectual y afectivo de una
nueva ciudadanía capaz de poner las bases para “lograr un hombre mejor en una
sociedad más justa”
"Para mí el Radicalismo sigue siendo lo más serio que hemos tenido
los argentinos, lo más honesto". Ernesto Sábato.
Gentileza: Sergio A. Oviedo
Gentileza: Sergio A. Oviedo
Estimado Sebastían, estoy agradecido por que los correligionarios hayan divulgado mi ensayo, pero resulta mejor aún si se cita la fuente..de lo contrario sería robo o plagio y en consecuencia estaríamos ante un problema de dualidad en función de esa misma ética que hace referencia el ensayo.
ResponderEliminarSergio A. Oviedo
Disculpa me lo pasaron así... ya lo arreglo
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