EL FÚTBOL PARA TODOS SE LLEVÓ LA PLATA DE LAS OBRAS DEL SARMIENTO
A más de tres años de la creación de Fútbol para Todos, el Estado gastó
en televisación y subsidios a los clubes cerca de 5000 millones de pesos. Una
cifra equivalente se podría haber aplicado a la modernización del ferrocarril
Sarmiento, que sufrió la mayor tragedia de los últimos tiempos, con un saldo de
51 muertos. Una metáfora del país que crece pero no se desarrolla.
No necesitó de la aprobación del Senado, pero de alguna manera se
convirtió en una de las primeras apuestas de la gestión de Cristina Fernández
de Kirchner que entró en el cada vez más vigente proceso de nacionalización. El
Programa Fútbol para Todos, a tres años exactos de que el primer centavo
estatal cayera en la alcancía de la AFA, significó el inicio de lo que
mediáticamente, y a partir de una definición que surgió de la propia
Presidenta, se conoce como la construcción del relato. El oficial, claro. El
que resalta que por la decisión de estatizar las transmisiones de fútbol, millones
de argentinos disfrutan de la máxima pasión criolla en vivo, en directo y de
forma gratuita los 10 partidos de Primera División. El que esconde que montar
semejante infraestructura para entretener a la audiencia costó $ 5000 millones
en tres años, que hubieran servido, por ejemplo, para dejar en óptimas
condiciones tecnológicas y de seguridad el ferrocarril Sarmiento, donde en
febrero pasado fallecieron 51 personas por un accidente.
El relato empezó un 11 de agosto de 2009, alrededor de las seis de la
tarde, en el primermundista predio que la AFA tiene en Ezeiza y en el que
aterrizó el helicóptero que trasladaba a Cristina Kirchner. Atentos, de pie y
con una sonrisa de oreja a oreja, esperaban el eterno presidente de la entidad,
Julio Humberto Grondona, y el por entonces entrenador del seleccionado
argentino de fútbol, Diego Armando Maradona.
Una carpa gigante instalada para la ocasión ofició de sala de
conferencias para que la Presidenta, rodeada de la mayoría de su Gabinete,
anunciara que el Estado le había comprado los derechos de televisación del
fútbol de Primera División a la AFA, por $ 600 millones anuales.
Habían pasado horas desde que Grondona había rescindido de manera
unilateral el contrato con la empresa Televisión Satelital Codificada (TSC),
sociedad formada por Torneo y Competencias y el Grupo Clarín, que estaba a
cargo de los derechos del fútbol desde 1991.
La oferta estatal casi triplicaba el vínculo previo entre AFA y TSC, de
$ 230 millones por año. El negocio se dibujaba redondo para los nuevos socios.
La entidad madre del fútbol local, y los clubes por consiguiente, acrecentaban
sus ingresos de forma considerable. El Gobierno, por su parte, descubría en el
fútbol una plataforma estratégica desde lo comunicacional para contar el mentado
relato oficial e intentar ganar la madre de todas las batallas, la que todavía
hoy lo mantiene enfrentado abiertamente con Clarín. "No es posible que
secuestren los goles hasta el domingo, como antes lo hacían con las
personas", fue la infeliz comparación con los tiempos de dictadura que
hizo Cristina en referencia a la decisión comercial de TSC, que emitía cinco
partidos por señales codificadas y los otros cinco por canales de cable de la
grilla básica, y por Canal 13 sólo daba los goles recién el domingo por la
noche, en el programa Fútbol de Primera.
Inicio de la marea expropiadora
Si bien fue en 2008 cuando el Gobierno dio inicio a la política de
nacionalización de diferentes sectores, como las re-estatizaciones del sistema
de jubilaciones y de Aerolíneas Argentinas, la llegada al Fútbol Para Todos
representó el primer avance no legislativo. Como sucedió con las recientes
expropiaciones de YPF y de la Compañía de Valores Sudamericana, el Gobierno no
definió de qué manera le pagará a los antiguos dueños.
En el caso de la televisación de los partidos de fútbol, desde mediados
de 2010 TSC está en juicio con la AFA , aunque desde la empresa cuentan que el
expediente está dormido y que fue pasando de juzgado en juzgado sin ningún
avance, debido a una interminable serie de recusaciones de ambas partes. TSC
pretende que le devuelvan el contrato de cinco años que le quedaban por
delante, tomando en cuenta el 50% del valor del vínculo actual.
Hace dos años, en TSC argumentaban que desde la ruptura del contrato,
la firma resignó $ 12 millones por fecha. Considerando que le quedaba un lustro
de TV por delante y que son 38 las fechas que se disputan en el año, la pérdida
global estimada es de $ 2280 millones. Hoy, en la empresa prefieren no hacer
cuentas, y creen que por estar el Gobierno en la negociación será muy difícil
que les reconozcan el dolo causado.
Fuera de presupuesto
Cuando Grondona negoció el contrato con Aníbal Fernández, por entonces
jefe de Gabinete, se acordó, aval de Néstor Kirchner mediante, que el desembolso
de dinero rondaría los $ 600 millones por temporada y que con ese ingreso
debían sobrevivir los 20 clubes de la máxima categoría, que cobraban de acuerdo
a la repercusión mediática que tenían: Boca y River percibían $ 30 millones, el
segundo tándem formado por Racing, Independiente, San Lorenzo y Vélez $ 23
millones, y los restantes 14 equipos cobraban $ 17 millones. Sin embargo, esos
montos fueron tales sólo en la primera temporada, porque a partir del segundo
semestre de 2010 comenzaron las partidas extras.
En ese año, de acuerdo a datos del Boletín Oficial, se superaron los $
206 millones, que se adjuntaron a los $ 648 millones presupuestados
inicialmente por la Jefatura de Gabinete, es decir, un 31,8% más de lo
previsto. El presupuesto de 2011 declaró que se destinarían $ 690 millones al
Fútbol Para Todos, que finalmente se convirtieron en $ 880 después de la
inyección que se le aplicó al Programa durante todo ese año, en el que a la
televisación de los partidos de Primera se les agregó, descenso de River de por
medio, la transmisión de cinco encuentros del Nacional B, que hasta ese momento
eran propiedad de Torneos y Competencias. Para 2012, en tanto, los primeros
números develaban un gasto de $ 698.734.000, pero a fines del año pasado y días
antes de dejar su cargo de ministro para pasar a ocupar una banca en el Senado,
Aníbal Fernández se ocupó de agregar una nueva partida de $ 225 millones que
cubriera los ajustes de presupuesto hasta agosto, instaurando un sistema de
nueve cuotas de $ 25 millones, la última de las cuáles se acaba de cobrar. Así,
contabilizando el gasto global se alcanzan los $ 3256 millones desde la
creación del programa, a los que deberán sumarse los $ 205 millones que se
agregaron el 27 de julio pasado y que todavía no se empezaron a pagar.
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