¿Qué pasa que está lleno de menemistas el gobierno popular?
Entusiastas del menemismo durante los noventa, hoy ocupan cargos
relevantes y defienden las medidas del oficialismo con la pasión de antaño.
Quiénes son los ménemokirchneristas.
En su relato, el kirchnerismo gusta presentarse a sí mismo como la
contracara de la década “neoliberal” de los `90. Se trata, por supuesto, de una
reinvención de su propio pasado, de pura propaganda. Una impostura que pretende
aggiornar las maneras y el discurso a las condiciones legadas por el
Argentinazo del 2001 para adornar un esquema económico de emergencia, una improvisación con la que se sostuvieron las
privatizaciones de los ´90 a pesar de la devaluación de la moneda y con el cual
empresarios y banqueros volvieron a obtener ganancias siderales.
Lo justo sería decir, con una apropiada dosis de dialéctica, que el
kirchnerismo es la negación y
continuidad del menemismo, su reconversión “nacional y popular”. Un cambio de
frente dictado por factores internos y externos, sociales, políticos y
económicos, antes que por cualquier veleidad ideológica o por supuestos
“principios”.
De tal modo, resulta que quienes apoyaron fervorosamente la privatización de YPF, por ejemplo, ahora
pretendan encabezar una cruzada “nacional y popular”… para recomprar la
empresa.
Un dato curioso de esta transmutación de neoliberales en nacionales y
populares, al menos en uno de sus múltiples aspectos, es el reciclaje del
personal político disponible. El lector encontrará a continuación un listado de
políticos y funcionarios conversos, como el matrimonio Kirchner-Fernández, que
si bien no pretende ser exhaustivo, brinda un panorama de la acotada (por decir
lo mínimo) “renovación” ofrecida por el kirchnerismo en el curso de una década
de gobierno.
Ya sea por sincero entusiasmo con “el proyecto” K, por pragmatismo o
por mera supervivencia política, son muchos los que pegaron el salto. Si bien
algunos de ellos permanecieron varios años en el oficialismo y luego emigraron
a otras fuerzas políticas o sencillamente se retiraron, esto no cambia lo
fundamental: el vaciamiento de la política en nombre de la reconstrucción de la
política, la falsificación de una trayectoria, la jactancia de lo que se
adolece. Por otra parte, difícilmente pueda destacarse como un mérito el
errante itinerario de los K para formar una base política propia, una sucesión
de ensayos que fueron de la alianza con Duhalde en 2003 a la “transversalidad”,
de la concertación con una parte de la UCR a la “revitalización” del Partido
Justicialista, y que hoy día parece circunscripta a la alegre muchachada de La
Cámpora.
Primero los hombres, luego el Movimiento, luego la Patria.
Están en todos lados, acumulan poder en todas las áreas, forman parte
de la estructura del kirchnerismo. Ninguna parte fundamental del armado del
poder se salva. Ni siquiera aquella que debería ser levantada como baluarte
contra aquellos años menemistas para darle un poquito de rigurosidad al relato
kirchnerista. Por ejemplo, el titular de la Oficina Anticorrupción ocupó un
lugar en el menemato: fue jefe de gabinete del ministerio del Interior de
Carlos Corach entre 1993 y 1997. A continuación, un listado incompleto de
aquellos hombres y mujeres que sirvieron al proyecto del presidente riojano y
hoy forman parte del kirchnerismo, que dice no ser la continuidad de aquellos
años.
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