Vivimos bajo un gobierno de corte fascista (aunque técnicamente sería
más acertado caracterizarlo como autoritario), que se enrosca en las telas de
los derechos humanos y termina actuando de una forma bastante diferente. Voy a
darles una breve aproximación al nazismo para evidenciar como, en realidad, el
Cristinismo tiene su propio bigote. Veamos algunas peculiares similitudes en
materias de contextos y prácticas:
Condiciones de emergencia: cuál fue el gobierno que llegó al poder en
medio de una tremenda crisis económica apoyado tanto por gente de derecha como
de izquierda? Ambos.
Se elogia la gobernabilidad: veamos a los primos del norte. “Esta
situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado
que las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y
resolver las crisis más efectivamente que las democracias. Tanto la URSS, como
la Italia de Mussolini (quien fue elogiado por “hacer que los trenes corrieran
a tiempo”, aunque a Cristi se le rompen los trenes) y el Japón Imperial, países
todos en los que se impusieron “gobiernos fuertes”, no sólo resolvieron la
crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como restaurando el
“orden social” aun con anterioridad a esa solución a problemas económicos”. La
gente siempre estuvo dispuesta a sacrificar libertad (y hasta a matar a un par
de personas) con tal de obtener estabilidad económica y paz.
Darwinismo social: para los nazis había todo un trasfondo bioético
detrás de una supuesta superioridad. Los kirchneristas bajaron el listón y lo
pusieron en un lugar estratégico: “todo el que coopera con el sistema” (es
decir, con el modelo) merece, o puede, sobrevivir. “Los otros” son enemigos,
cipayos, vendepatria y se justifican así atropellos.
Abandono del racionalismo y vuelta a las visiones románticas: para
justificar ciertas acciones hay que tener un sentimiento capaz de superar los
inhibidores de conciencia que todos tenemos. Que un modelo tenga que “avanzar”
y genere más “conquistas”, implica nada más y nada menos que un atropello a los
que están enfrente. Esto parte de una visión Hegeliana (al menos
discursivamente) en la que el gobierno es visto como una entidad ética superior
al individuo, a la persona.
Tendencia al Volkgeist: la subordinación total al estado como garantía
de crecimiento, es algo tan alemán que tiene una palabra justa para
describirlo. Subordinarlo todo al estado es subordinar a todas las personas a
la voluntad de uno (o una) o algunos (algunas). Lo llamativo es que se animan a
llamarlo “voluntad popular” y te tiran los números en la cara como si eso
justificase que vos la pases mal.
Fé ciega en el líder: En las palabras de un jerarca nazi: “Si el pueblo
tiene confianza, y si la verdadera dirección popular está presente, el Führer
será capaz de hacer lo que desee con la nación… la gente le obedecerá
ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre tiene la razón. Cada uno
y hasta el último ciudadano debe decirlo (…) Sí, Uds. que nos llamaban sin
dios, hemos encontrado nuestra fe en Adolf Hitler y a través de él hemos
encontrado a Dios una vez más. Esa es la grandeza de nuestro día. Y esa es
nuestra buena fortuna”. Recuerdan a quién llamaban “la jefa espiritual de la
Nación”?
Reconstrucción de la realidad y del pasado: Citando a Goebbels “Una
mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”. Armaron hasta un
instituto de revisionismo histórico para contarnos toda la historia de nuevo
porque estaba mal. El otro día un camporista me llegó a decir que Perón no
hechó a nadie de la plaza.
Siempre hay un enemigo fatal: “Poseen también un enemigo mortal,
responsable de todos los problemas que han afectado a los arios a través de la
historia: Clarín“.
Un padrino complicado: parafraseando “Una de los principales
personalidades de la época -Franz von Papen (Duhalde)- perdió posición frente a
la facción de Kurt von Schleicher (Menem), quien, fue incapaz de obtener apoyo
mayoritario. Von Papen (Duhalde) concibió reemplazarlo con “una cara nueva”, la
de Hitler (Kirchner), que sería -en la opinión de Papen- fácil de manipular
(…)”
La lógica del 54%: Cuando se convoca a la disolución del reichtag
(congreso), los parlamentarios tuvieron que ingresar cruzando un anillo de SA
que gritaban” “Los poderes totales… o fuego y muerte”. Solo los social
demócratas se opusieron (los comunistas habían sido arrestados o asesinados en
su totalidad). Otto Wels -presidente de los socialdemócratas- proclamó:
Nosotros los socialdemócratas nos comprometemos en esta hora histórica a los
principios de humanidad y justicia, de libertad y socialismo. Ninguna acta
habilitante lo habilita a Ud a destruir ideas que son eternas e
indestructible”. Mirando directamente a Hitler, agrego: “Uds. pueden quitarnos
la libertad y la vida, pero no pueden privarnos de nuestro honor. Estamos
indefensos, pero no desgraciados”.- Hitler se enfureció y respondió gritando:
“Uds. ya no son necesarios, la estrella de Alemania se alzara y la de Uds. se
hundirá. La hora de su muerte ha sonado”. Que es muy parecido a decir, tengo
razón porque me votó el 54%. Igual no olvidemos que cuando Hitler se abroga la
sumatoria plena de los poderes públicos convoca a un plesbicito, para dar la
oportunidad al pueblo alemán de expresar su aprobación. Éste tomó lugar el 19
de agosto de 1934, y Hitler obtuvo un 90% de aprobación -38 millones de votos-.
Tomá Cristina, aprendé lo que es ganar por afano.
Fuerte control de la educación: los nazis sabían que la clave estaba en
educarlos desde chicos y rápidamente cambiaron contenidos, armaron espacios de
pertenencia y fomentaron las virtudes de “la juventud comprometida” (La Cámpora
es un invento viejo, copiona). Como docente, me impacta ver que tras cada
visita de la organización kirchnerista a un colegio realizan varias pintadas en
el edificio o en los alrededores. Por qué hacen esto? para anclar
emocionalmente a los pibes.
El interés nacional por sobre las libertades económicas y la propiedad
privada: esto es fantástico. La lógica nazista era, vos podés hacer lo que
quieras con lo que es “tuyo”, salvo que yo diga que hay algún interés superior.
Esa precarización de la propiedad privada es moneda corriente en nuestro país
desde hace muchísimos años, lamentablemente no es sólo imputable a Cristina
Kirchner es propio de todo nacionalismo de derecha o ultraderecha.
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