La Cámara de Diputados argentina convirtió el jueves en ley una parte
de la polémica reforma del Poder Judicial que según la oposición vulnera la
independencia de la justicia y garantiza al gobierno la impunidad.
En una larga sesión salpicada por los duros cruces verbales entre la
oposición y el oficialismo, los legisladores aprobaron la creación de tres
nuevas Cámaras de Casación y la limitación de las medidas cautelares contra el
Estado, muy resistida por un amplio abanico de opositores y grupos civiles.
Ambas iniciativas ya contaban con media sanción en el Senado, donde el
peronismo oficialista también tiene el control y cuenta con aliados.
La presidenta Cristina Fernández sostiene que la reforma busca
transparentar el sistema de justicia y eliminar lo que a su entender son
camarillas de magistrados que protegen sus intereses. La mandataria indicó que
algunos sectores de la justicia son extremadamente lentos a la hora de dictar
sentencias y que defienden los intereses de empresas y corporaciones en contra
del Estado.
La propuesta que limita el período de vigencia de las medidas
cautelares contra el Estado fue retocada recientemente por el oficialismo
porque según organizaciones civiles incurría en la inconstitucionalidad. Se
amplió a "sectores socialmente vulnerables" la posibilidad de que un
juez pueda otorgar una medida cautelar antes de tener el punto de vista
estatal.
Sin embargo, opositores y analistas advirtieron que dichos cambios son
insuficientes para garantizar la tutela judicial de los distintos sectores sociales
frente al poderío gubernamental. Afirman que viola principios constitucionales
y tratados internacionales de derechos humanos.
El texto aprobado señala que la medida cautelar dictada contra el
Estado "sólo tendrá eficacia cuando se trate de sectores socialmente
vulnerables acreditados en el proceso, se encuentre comprometida la vida digna
conforme la Convención Americana de Derechos Humanos, la salud o un derecho de
naturaleza alimentaria... y cuando se trate de un derecho de naturaleza ambiental".
También indica que al otorgar una medida cautelar "el juez deberá
fijar, bajo pena de nulidad, un límite razonable para su vigencia, que no podrá
ser mayor a los seis meses". En los procesos tramitados "por el
procedimiento sumarísimo y en los juicios de amparo, el plazo razonable de
vigencia no podrá exceder de los tres meses", agrega.
Tras el vencimiento del plazo fijado y "previa valoración adecuada
del interés público comprometido en el proceso, el tribunal podrá,
fundadamente, prorrogar la medida por un plazo determinado no mayor de seis
meses, siempre que ello resultare procesalmente indispensable", sostiene
la propuesta aprobada.
Otro punto polémico es el que afirma que los jueces no podrán dictar
ninguna medida cautelar que "afecte, obstaculice, comprometa, distraiga de
su destino o de cualquier forma perturbe los bienes o recursos propios del
Estado, ni imponer a los funcionarios cargas personales pecuniarias".
Los críticos de la propuesta señalan que ésta última responde a la
batalla judicial que mantiene el gobierno con el multimedios Clarín, el cual
logró frenar con medidas cautelares la aplicación de algunos aspectos la ley de
medios de 2009 que lo obligaba a desinvertir en el mercado audiovisual. Días
atrás una cámara de alzada falló a favor del grupo periodístico para que
mantenga su negocio de la televisión por cable, una de sus principales fuentes
de financiación, medida que ha sido apelada por el Ejecutivo.
Por otro lado, también salió adelante la iniciativa oficialista para
crear tres Cámaras de Casación en lo Contencioso Administrativo, en Trabajo y
Seguridad Social y en lo Civil y Comercial, que se sumarán a la ya existente en
el fuero penal, como instancia de apelación previa a la Corte Suprema de
Justicia.
El oficialismo alega que busca disminuir la cantidad de expedientes que
llegan a la Corte Suprema para reducir su carga de trabajo, aunque la oposición
sostiene que así se paralizarán muchos juicios, como los que llevan los
jubilados contra el Estado para que se actualicen sus haberes.
El oficialismo también logró que se aprobaran el jueves una serie de
modificaciones a la propuesta de reforma del Consejo de la Magistratura, el
órgano que elige y remueve a los magistrados, que según los opositores son
insuficientes para dar el aval a dicho proyecto. A raíz de esos cambios, la
iniciativa volverá al Senado para su votación.
Cuando se votaban esas modificaciones, se produjo un fuerte
enfrentamiento por las denuncias de los opositores de que, de forma
aparentemente fraudulenta, el oficialismo había contado como favorables al
proyecto los votos de dos legisladores que supuestamente se habían abstenido.
Los dos disputados en cuestión, Alicia Comelli y Juan Carlos Forconi, dijeron
que se habían pronunciado a favor pero que el sistema electrónico para votar no
había registrado sus votos.
Según el gobierno, la reforma del órgano que elige y remueve a los
jueces lo hará más eficaz, transparente y democrático. De los 13 miembros
actuales dicho órgano pasaría a tener 19 que serían elegidos durante los
comicios, teniendo en cuenta el peso de las mayorías y minorías electorales.
Según las críticas de analistas, el proyecto busca que el partido que
gane las elecciones se asegure la mayoría de los miembros del Consejo o una
suerte de mayoría automática de al menos diez o más de los integrantes del
órgano.
Tras 17 horas de debate, la Cámara de Diputados aprobó en general el
proyecto que reforma el Consejo de la Magistratura con 130 votos contra
123. Después de los cruces por el método
de votación de la ley punto por punto, diputados de la oposición se retiraron
del recinto. El principal argumento fue el “fraude”, señalaron las diferentes
voces.
El kirchnerismo consiguió aprobar el primer artículo por 130 votos a
favor, 20 en contra y una abstención. Luego, cuando el mismo procedimiento se
realizó con el segundo ítem de la ley, estalló el escándalo: el oficialismo
perdió la votación con 128 votos positivos y 103 negativos.
Fue en ese momento que el presidente de la bancada kirchnerista,
Agustín Rossi se acercó al estrado del presidente de la Cámara, el kirchnerista
Julián Domínguez, para reclamar que el voto de la diputada Alicia Comelli
(Movimiento Popular Neuquino), no había sido computado. El titular del recinto,
quien también debió sufragar para asegurar el número, hizo lugar al pedido y
dio por ganada la votación, lo que provocó la furia de la oposición.
Luego de un cuarto intermedio, casi todos los legisladores
antikirchneristas se retiraron del recinto y dejaron al Frente para la Victoria
y sus aliados votando prácticamente en soledad: los artículos 3 y 4 fueron
aprobados por 130 personas y rechazados por sólo 9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario