El peronismo tuvo, como se sabe, orígenes fascistas. Fascista fue la
revolución militar de 1943 de la que emergió a la política nacional. La
concepción de Benito Mussolini de que es un movimiento y no un partido lo que
está en la esencia del fascismo penetró en las bases teóricas y prácticas sobre
las que se asentó el primer gobierno del general Juan Perón.
Si no se quisiera menear la política del cachiporrazo, a la que fueron
tan adictos los elementos de choque del nacionalismo peronista de los días
iniciales, podría invocarse en su defecto el calco existente entre la
legislación argentina de entidades gremiales, de 1945, y la famosa Carta del
Lavoro (1927), que la precedió en Italia. Los primeros fueron los tiempos del
fascismo de derecha, el que se cultivó aquí en medio de la ambigüedad que la
prudencia recomendaba frente a los malos augurios bélicos que perseguían como
sombra al eje formado entre Berlín y Roma.
La subversión y el terrorismo que despuntaron a fines de los años 60 a
sangre y fuego con los asesinatos de dirigentes sindicales como Augusto Vandor
y José Alonso y del ex presidente militar Pedro E. Aramburu abrieron en la
Argentina el turno de un peronismo de nueva generación, travestido en fascismo
de izquierda. Uno de sus más enconados enemigos fue el otro fascismo, el de
derecha, atrincherado en filas parapoliciales con el nombre de la Triple A.
Ninguna de esas expresiones de criminalidad política fue mejor, ni podía serlo,
que el respectivo reverso. Los iguales no son distintos: la nota dominante de
ambos fascismos locales estuvo en la apelación a la fuerza, no a las ideas o al
debate, para doblegar contrincantes o para imponer supremacías.
El fascismo nació al cabo de la Primera Guerra Mundial como una extraña
facturación de nacionalismo tribal y socialismo antimarxista. Así lo
definieron, en la década del 30, intelectuales como Gentile, Primo de Rivera,
Mosley, Degüelle y La Rochelle. Mussolini había militado en el Partido
Socialista italiano hasta 1914. Rompió por diferencias insalvables entre un
partido de tibios y él, que se consideraba "el más tenaz creyente en la
guerra". Con ese precedente nació el fascismo. Respuesta siniestra de una
Italia decepcionada por haber estado entre los países victoriosos en la guerra
de 1914-1918 y haber perdido, sin embargo, en la mesa de negociaciones
diplomáticas lo que pedía para estabilizar las fronteras entre los Alpes y el
Adriático y consumar la anexión, entre otros territorios, de la Dalmacia que
sería parte de la nueva Yugoslavia.
Nadie podría decir que la política exterior del peronismo, ni antes ni
ahora, ha sido más clara y precisa que aquella de Mussolini. Tampoco ha sido
diferente en orden a algunas cuestiones de política interna, como esa comunión
de métodos para resolver con intemperancia, y hasta con manipulación
desenfadada, las controversias naturales en la marcha de un gobierno.
Se puede trazar, en ese sentido, una larga lista de temas de viva
actualidad, imputables al ala gobernante del peronismo, en la que nidifican sus
más persistentes complejos y arrogancias. Las manifestaciones de prepotencia
reiterada del secretario de Comercio, sin que la Presidenta lo ponga en quicio.
La falsificación abierta de cifras y estadísticas oficiales. Los ataques
constantes a la prensa ajena a los dictados oficialistas. La regulación de los
contenidos de los medios de comunicación, cuya genealogía se remonta al decreto
23.408 de la dictadura de 1943 y, de allí, al código mussoliniano sobre
radiodifusión, de 1924. Los enfrentamientos con el agro y el dictado de medidas
para perjudicarlo. La sobreactuación institucional de los gremios afines a la
Casa Rosada. El exagerado culto de la personalidad y la sumisión de
legisladores y gobernadores a lo que dispone el poder central. El abuso del
poder de policía administrativo. El tendido de redes clientelares a través de
favores prebendarios. La persecución de figuras independientes u opositoras a
través del aparato de inteligencia del Estado. La exaltación de las
corporaciones en detrimento de los partidos políticos. El avasallamiento de
poderes independientes, sobre todo el Judicial. El alineamiento con regímenes
autoritarios como el de Hugo Chávez.
Similitudes entre el Fascismo y el Peronismo...
1- El fascismo y el peronismo se roba los proyectos socialistas y persigue
a los autores.
2- Ambos tienen milicias: camisas pardas, camisas negras...
descamisados
3- Ambos se autodefinen como "tercera posición"
4- Ambos llegan al poder por medio electorales y buscan perpetrarse en
el gobierno con acciones represivas a los opositores.
5- teoría "están con nosotros o contra el país"
6- Imposición de símbolos partidarios como nacionales, ej. el cambio de
nombres a ciudades y provincias.
7- La religión e idolatración: estatua del descamisado-perón alta como
la pirámide de Perón, lectura obligatoria de "la razón de mi vida"
(en Alemania era "mi lucha", imponer la imagen y voz de los
gobernantes en todos lados (cuadros en las escuelas). Manuales que idolátran al
régimen o los comparan con los principales próceres.
8- Donaciones voluntarias-obligatorias. En Argentina te descontaban de
golpe, en Alemania salía una publicación de quienes no otorgaban fondos y eran
escrachados.
9- Holocausto nazi - Genocidio Pilaga y Represión al malón de la paz.
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