Kirchnerismo y propaganda son dos palabras que van inseparablemente de
la mano. En efecto, aquellos comprendieron que ésta, bien manejada y
astutamente pensada, podía ser una formidable aliada en la construcción
hegemónica del poder que tanto los desvela. Y en este sentido, los
exponenciales aumentos en el financiamiento estatal a medios de comunicación y
periodistas adictos hablan a las claras.
Entre el año 2003, cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la
Nación, y el año 2010, cuando murió, la pauta oficial aumentó 26 veces según
información oficial. ¿A qué obedece semejante despilfarro de dinero que sale
del bolsillo del pueblo? ¿Al combate contra un monopolio comunicacional, o a la
conformación de un propio monopolio estatal?
Comoquiera que sea, lo cierto es que la inyección de dinero no tardó en
surtir sus efectos, y el gobierno nacional se hizo rápidamente de una poderosa
red de medios funcionales que incluye canales televisivos enteros, estaciones
de radio, periódicos gráficos, periódicos virtuales y revistas varias, todos
amablemente dispuestos a convertirse en los propagandistas del “relato” a
cambio de algunos billetes, por supuesto.
Pero la propaganda K no sólo ha resultado eficiente por tener a su
servicio a todo este conglomerado de poderosos medios de comunicación, sino
que, y no menos importante, es eficiente por las características propias del
contenido propagandístico que han diseñado conforme a las ideas goebbelianas.
En efecto, Joseph Goebbels, el famoso ministro de propaganda del
nazismo, ideó once principios para la propaganda política que se ajustan y
encajan con impactante exactitud al discurso genérico del kirchnerismo. Veamos:
·
Principio
del enemigo único: “Individualizar al adversario en un único enemigo.” Los
conceptos edificantes de la propaganda kirchnerista han sido los de “nacional”
y “popular”. De allí que todo adversario sea automáticamente considerado
“antinacional” y “antipopular”.
·
Principio
del método de contagio. “Reunir diversos adversarios en una sola categoría o
individuo”. No importa qué procedencia tenga una disidencia: la propaganda K ha
instalado la idea de que si no se es kirchnerista, entonces se es “fascista”,
“golpista”, “oligarca”, “cipayo”, “antipatria”. No hay lugar para otra
alternativa que esas.
·
Principio
de la transposición. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que
las distraigan”. El kirchnerismo es especialista en tapar malas noticias con
fuegos de artificio. ¿Algunos ejemplos? En el peor momento para el
vicepresidente Boudou en su causa judicial por presunta corrupción, se anuncia
con bombos y platillos la estatización de YPF; en el peor clima social desde la
reelección de Cristina, signado por un descontento manifiesto en la clase
media, el gobierno lanza planes de créditos de vivienda para estos mismos
sectores a los fines de calmarlos.
·
Principio
de la exageración y desfiguración. “Convertir cualquier anécdota, por pequeña
que sea, en amenaza grave”. La propaganda kirchnerista no tolera el disenso y
conoce muy bien las técnicas de victimización. A la más mínima expresión de
disconformidad y manifestación pacífica, como fueron los cacerolazos, se
argumentará que está en marcha un “proyecto destituyente” y “golpista” de la
“oligarquía”.
·
Principio
de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al
menos inteligente de los individuos a los que va dirigida”. La propaganda
kirchnerista se presenta en diversos niveles y para distintos tipos de
personas, no sólo en términos de lo educativo sino inclusive en términos de la
edad. Personas adultas relativamente instruidas consumirán 678; la masa en
general consumirá “Fútbol para todos”; y los niños consumirán Paka Paka. Todos,
sin excepción, estarán bajo las influencias de la propaganda.
·
Principio
de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y
repetirlas incansablemente”. ¿Notó que los defensores del kirchnerismo siempre
recurren a los mismos trillados latiguillos? Pues es consecuencia de la
aplicación de este principio.
·
Principio
de renovación. “Hay que emitir constantemente informaciones”. La desmedida
utilización que hace Cristina Kirchner de Cadena Nacional para contar
frivolidades sobre regalos que le hicieron, guiñarle el ojo a Moreno, regañar a
Fernández o acusar a un abuelo de “amarrete”, deriva de la necesidad de estar
siempre comunicando algo, por más insulso que sea, de manera unilateral.
·
Principio
de la verosimilitud. “Construir argumentos a partir de fuentes diversas”. ¿Recuerda
el obrero que no era obrero sino dirigente político, o la vecina que no era una
vecina común y corriente, sino candidata a concejal del kirchnerismo? Ambos
elogiaban al gobierno en una prefabricada conversación con Cristina Kirchner en
Cadena Nacional, constituyéndose en la “voz” del supuesto ciudadano de a pie.
·
Principio
de la silenciación. “Acallar las voces que no sean funcionales”. Los aprietes a
periodistas, los casos de censura que se denuncian en los informes de la SIP
(Sociedad Interamericana de Prensa), el ostracismo social y el uso de fondos
públicos para financiar medios en detrimento de otros, han sido metodologías de
silenciamiento empleadas por el kirchnerismo.
·
Principio
de la transfusión. “La propaganda opera siempre a partir de un sustrato
preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios
tradicionales”. La propaganda kirchnerista se construyó en virtud de viejas
antinomias que caracterizaron épocas pasadas de nuestro país. Los años `70 en
particular, han dado especial fuerza al discurso de un gobierno que no vaciló
en sacar provecho político de las heridas del pasado.
·
Principio
de la unanimidad. “Llegar a convencer a mucha gente de que piensa ‘como todo el
mundo’, creando una falsa impresión de unanimidad”. La propaganda kirchnerista
pretende generar una sensación de homogeneidad de criterio y voluntad en
función del argumento del 54%. La idea
es que quien no engrosa este guarismo, está por fuera del “pueblo”.
¿Obra de una mera casualidad, o de una planificada estrategia
propagandística y comunicacional que atendió con cuidado estos once principios?
Sea la una o la otra, lo que se encuentra al margen de toda duda es el
estremecimiento que produce caer en la cuenta de que existe flagrante contacto
entre la propaganda oficial del kirchnerismo, y las ideas de uno de los
funcionarios nazis más importantes que tuvo Hitler.
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