Habría sido adquirida recientemente. Se encuentra en la localidad
bonaerense de Zárate, pertenecía a una familia aristocrática y está valuada en más
de 2,2 millones de dólares.
Le dicen “la nueva chacrita de Máximo Kirchner”. Costó casi 2 millones
y medio de dólares y está en Zárate, a orillas del río Paraná, en la provincia
de Buenos Aires, y ya engrosa el patrimonio del hijo de la Presidenta, cuya
particularidad es que nunca se le conoció haber realizado trabajo alguno. En el
estudio no le fue mucho mejor: abandonó todas las carreras universitarias en la
que se anotó, incluyendo el curso de ingreso de la Facultad de Periodismo de La
Plata.
Según publica en su ejemplar de ayer la revista Noticias, la propiedad
que habría adquirido el hijo de la Presidenta tiene cinco hectáreas, una gran
casona, una casa de huéspedes, una lujosa piscina y amarras. Eso no es todo:
sería vecino de Julio De Vido, quien tiene una lujosa propiedad allí hace
muchos años. Las expensas de la chacra que adquirió Máximo cuestan 8.700 pesos
y están a nombre de un histórico socio de la familia Kirchner.
Antes de ser comprada por el primogénito de los Kirchner, esta mansión
pertenecía a la aristocrática familia Grüneisen, que en los ‘90 era propietaria
de la petrolera Astra, adquirida en 1996 por Repsol, que por aquel entonces
tenía la mayoría accionaria de YPF. Esta familia también está vinculada con las
cadenas de librerías “Yenny” y “El Ateneo”, y el sitio de internet
Tematika.com.
El incremento patrimonial de la Presidenta se ha multiplicado once
veces desde que su fallecido esposo, Néstor Kirchner, se sentó por primera vez
en el sillón de Rivadavia, hasta fines del año pasado. Específicamente, pasó de
tener US$ 1,5 millones a US$ 17 millones, aproximadamente 100 millones de pesos
más.
Según se desprende de la serie de declaraciones juradas que los
mandatarios presentaron ante la Oficina Anticorrupción (OA), la cifra incluye
los bienes que heredaron sus hijos por la sucesión que la presidenta Cristina
Fernández hizo tras la muerte de su marido.
La familia presidencial llegó a acumuló en activos más de US$ 18,6
millones, si se contabilizan los 12 departamentos, 6 casas, 6 terrenos, 4
locales, la camioneta, las acciones, las acreencias y los depósitos en efectivo
que declaró Cristina Kirchner el último diciembre.
La jefa de Estado informó en tanto una deuda de US$ 1,5 millones
contraída con una empresa de la que, a su vez, es accionaria: Hotesur SA, la
firma que controla el hotel Alto Calafate.
De acuerdo a investigaciones periodísticas, la mayor parte de las
propiedades del matrimonio Kirchner fueron adquiridas entre 1977 y 1982.
No obstante, durante el gobierno de Néstor Kirchner el matrimonio
adquirió 18 propiedades en la provincia patagónica de Santa Cruz, y “meses
antes de las elecciones de 2007 (cuando ganó Fernández), la pareja compró diez
departamentos de no más de 50 metros cuadrados en Río Gallegos”, pero “poco
después del enroque presidencial, la pareja decidió vender catorce de sus
inmuebles”.
En foco
Una metáfora del poder K
A Máximo Kirchner no sólo no se le conoce que haya trabajado en algo
durante toda su vida. Casi no se lo escucha hablar en público (salvo el
documental de sobre Néstor Kirchner, financiado por empresas estatales y firmas
amigas del poder) y, pese a su absoluta inexperiencia política, se lo suele
definir como el líder absoluto de La Cámpora.
Se trata de una agrupación que seguramente dejará de existir cuando
Cristina Kirchner termine su presidencia, al tener una dependencia total de los
recursos del Estado. En definitiva, La Cámpora y su conductor son una clara
metáfora del perfil de lo que es el Gobierno K y de quienes son los que
realmente manejan los hilos en una administración sin materia gris, con
funcionarios obsecuentes que sólo trabajan de aplaudidores, y sin cuadros
técnicos para definir políticas de Estado para abordar graves problemas como la
inseguridad, la inflación y la falta de empleo genuino.
Detrás de las consignas progresistas que gritan a diestra y siniestra,
los camporistas se esconden funcionarios públicos con sueldos astronómicos, sin
capacidad de gestión; cientos de militantes rentados que responden al mejor
postor y hasta adoctrinadores que recorren escuelas intentando bajarle línea a
chicos de primaria. A ellos se les suma la infame agrupación Vatayón Militante,
también vinculada con La Cámpora, que recorre las cárceles reclutando presos
que reciben beneficios, como poder salir de su encierro y que, más temprano que
tarde, podrían terminar siendo una fuerza de choque a las órdenes de la
administración K.
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