En 1944 Hayek publica uno de sus libros más famosos, “Camino de
Servidumbre” (The Road to Serfdom). Si bien el libro estaba principalmente
apuntado a la audiencia británica, esta obra fue ampliamente leída y discutida
en la comunidad internacional.
Este libro, dedicado a los socialistas de todos los partidos, fue un
llamado de atención sobre los efectos de largo plazo de la actitud política y
económica que el gobierno británico venía tomando en los últimos tiempos. De no
corregir la actitud de intervenir la economía y las políticas de distribución
de ingreso, el gobierno británico se iba a encontrar siguiendo un camino de
servidumbre y autoritarismo similar al alemán bajo el gobierno del partido
Nazi. En el 2007 la Chicago University Press publicó las obras completas de
Hayek, “Camino de Servidumbre” se ubicó el toplist de libros más vendidos en
Amazon.
El manejo centralizado de la economía, explica Hayek en su obra, es en
realidad antidemocrático, dado que necesita imponer la voluntad de unos sobre
otros. La democracia es un sistema de elección sujeto a ética y derecho, no es
un sistema de imposición del que tiene más votos sobre el que tiene menos. El
gobierno de turno y los amigos del poder (preudo-empresarios, pseudo-gremios,
etc.) , explica Hayek, hacen uso del monopolio de la fuerza no para mantener la
ley y el orden, sino para obtener beneficios a expensas de terceros. No es
casualidad que en países como Cuba o Corea del Norte los sectores pudientes
sean los asociados al poder del estado, y que sea difícil, sino imposible,
encontrar creación de riqueza en el sector privado.
¿Dónde se ha visto un Bill Gates, Steve Jobs o un Jeff Bezos bajo un
régimen al estilo Cubano? Hayek, sin pelos en la lengua, sostenía que el ciudadano
se volvía un mero instrumento del gobierno de turno en lugar de ser un
individuo libre de seguir su propio proyecto de vida buscando un mejor pasar
para su familia y amistades. Dada la naturaleza de estos gobiernos y los
problemas económicos asociados a una economía manejada centralmente, tampoco es
casualidad que estos gobiernos apelen fuertemente al populismo y a la
propaganda oficial para convencer a las mayorías del relato oficial sobre las
supuestas bondades del modelo. Según Hayek, características como la admiración
al estado grande y a la planificación económica no son rasgos distintivos del
Nazismo, sino del socialismo.
El libro de Hayek ha sido objeto de dos críticas superficiales. En
primer lugar, sostener que Hayek se oponía a todo rol del estado y que por lo
tanto es una defensa dogmática de una posición liberal extrema, prácticamente
anarquista. Basta con leer las actuales líneas de Hayek para darse cuenta que
Hayek era un liberal clásico, y no un anarco-capitalista. Para Hayek el rol del
estado consiste justamente en mantener la ley y el orden, lo que para él
incluye, por ejemplo, un sistema de contención social para los sectores más
necesitados. A sus ojos es distinto una política generalizada de distribución
del ingreso al administrar fondos mínimos necesarios para ayudar a los más
necesitados.
En segundo lugar, que Inglaterra siguió el camino de Alemania y por lo
tanto su predicción es errónea, es decir, el problema no es el socialismo, sino
el Nazismo. Nuevamente, basta con leer las actuales palabras de Hayek para ver
que su libro no predice que Inglaterra va a seguir de manera indefectible el
mismo camino que Alemania, sino que de no cambiar las políticas, entonces sí
Inglaterra se encuentra en un camino similar al Alemán. Que Inglaterra haya
cambiado sus políticas no hace del libro de Hayek un mal ejercicio intelectual.
Justamente, el libro de Hayek fue muy influyente en el desarrollo de la
política económica tanto en Inglaterra como en Estados Unidos alejando a estos
países de las intervenciones de mercado.
El libro de Hayek no sólo no ha perdido actualidad, sino que sus
palabras aplican a una cantidad de casos mayor a la imaginada por el mismo
autor. El modelo K de los último 10 años es casi un ejemplo ideal. Desde que el
gobierno asumió hasta hoy día, el estado se ha vuelto más intervencionista, hay
mayor control centralizado de la economía, la carga impositiva se ha
incrementado, las presiones del Poder Ejecutivo sobre los otros poderes del
estado son abiertas y manifiestas. En resumen, el argentino medio se ha visto
menos libre.
El modelo K debe apelar a fuertes propagandas para convencer al
contribuyente de las bondades del relato, y debe apelar también al famoso 54%
para insinuar que son mayoría. Así y todo, sea o no cierto que el 54% es el
actual apoyo al gobierno, es una negación de los principios republicanos de la
constitución asumir que el 54% no es un cheque en blanco que permite al
gobierno de turno hacer lo que desee. El modelo K se encuentra rodeado de
escándalos no aclarados de corrupción (demasiados para enumerar), y la AFIP se
preocupa más por complicar la operatoria al pequeño contribuyente y ahorrista
tras un laberinto impositivo que aclarar innumerables casos de enriquecimientos
inexplicables. Vale recordar que el rol del Poder Judicial no es hacer cumplir
cualquier ley, sino proteger a las minorías de las mayorías y por lo tanto
velar por que la ley se ajuste a derecho.
Un gobierno que hace la vista gorda a problemas de inseguridad,
insistiendo con la postura de que la misma es una mera sensación. Un gobierno
que no se inmuta mes a mes al publicar los datos de inflación oficiales que
carecen de toda credibilidad. Un gobierno que aplica un alto impuesto no
legislado, como la inflación, para extraer recursos extra. Un gobierno que
ignora a la Corte Suprema de Justicia no sólo en fallos que exigen actualizar
las jubilaciones, sino que cobra un inexplicable impuesto a las ganancias sobre
las mismas. Un gobierno que sigue cobrando impuestos por pagar impuestos (por
ejemplo el IVA y el impuesto el cheque).
Un gobierno que le sugiere a los ciudadanos que tomen sus bien
merecidas vacaciones en el país y de hecho les impide salir al restringir la
compra de divisas. Un gobierno que le hace prácticamente imposible al ciudadano
proteger sus ahorros al restringirle la compra de divisas al mismo tiempo que
destruye los ahorros previsionales y jubilatorios.
Un gobierno que expropia fondos de pensión y capitales privados (con
una oposición que inexplicablemente acompaña medidas tan retrógradas a través
de un mecanismo inconstitucional).Un gobierno cuyo Ministro de Justicia habla
de alzamiento si los jueces fallan en contra de los intereses del gobierno K,
junto a senadores y diputados que amenazan con enjuiciar a dichos jueces.
Un gobierno que hace todo esto y más es, en definitiva un gobierno que
ha impuesto un camino de servidumbre a sus propios ciudadanos. Las
consecuencias de violar las instituciones y regular el mercado no se
manifiestan de un día para el otro, sino que las consecuencias llevan tiempo en
aflorar a la superficie. El oportunismo político de corto plazo suele ser
enemigo de la estabilidad económica de largo plazo.
Al momento que la clase política aceptó renunciar a los principios
republicanos de estado de derecho y división de poderes, la clase política
aceptó tomar el camino que tanto preocupaba a Hayek en su libro. Se valoró la
conveniencia de corto plazo sobre el largo plazo bajo la excusa de crisis
económica y social. El largo plazo, sin embargo, se termina haciendo presente.
Parece ser que Hayek fue más sabio que los políticos Argentinos al
correctamente preveer la servidumbre a la que termina siendo puesta una
sociedad cuando el gobierno de turno se cree con la sabiduría necesaria para
controlar un proceso tan complejo como el mercado.
Esperemos que cuando el ciclo K culmine, el nuevo gobierno este a la
altura de las circunstancias y cambie el actual modelo de servidumbre, en lugar
de simplemente ser un enroque de autoritarismo bajo el maquillaje de mejores
modales públicos. Esperemos que quienes sean nuevo gobierno estén más
preocupados por leer a autores como Hayek que a perfeccionar la retórica de un
nuevo camino de servidumbre.
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