En los últimos meses, el concepto del relato ha aparecido no sólo en el
eje de la escena política sino también entre los más diversos análisis sobre
los medios de comunicación. Parte de la estructura comunicacional de ese relato
mediático y político construido desde el kirchnerismo ha sido confiado a una
minoría de productos culturales que divulgan los mensajes que el Estado
pretende enquistar en la población argentina. 678, Tiempo Argentino y Página 12
se han convertido en una máquina difusora de ideas oficiales que, muchas veces,
los funcionarios niegan explicitar. Sin embargo, lo llamativo de esta situación
es que dichos elementos “periodísticos” no logran penetrar en la inmensa
mayoría de lectores y consumidores culturales
pero se utilizan, en su defecto, para incrementar el auto convencimiento
que regula el pensamiento de ese 25 o 30% de la población que se considera
kirchnerista ideológicamente, una base electoral escasa que suele incrementar
su fortaleza con los votos ocasionales de diferentes estratos sociales de la
ciudadanía.
Ese relato, desde la perspectiva oficialista, se ve amenazado por los
medios de comunicación como el Grupo Clarín, entre otros. De allí, la necesidad
de quedarse con el Grupo Vila-Manzano y el conglomerado Hadad. El primero de
ellos, es el más atractivo para el gobierno, no sólo por la disputa entre
Supercanal y Cablevisión sino también por lo que representa en el interior del
país. El denominado Grupo Uno, dirigido por el ex ministro menemista José
Luis Manzano y el empresario Daniel Vila
sumó en los últimos años licencias de TV por cable y fue el multimedio más
beneficiado por la pauta oficial. Tiene 21 radios FM, 6 AM, entre ellas Radio
La Red Buenos Aires, dos fundaciones, más de ocho canales de televisión
(abierta y paga), nueve producciones gráficas, etc. El grupo también invierte
en petróleo, viñedos, servicios públicos, etc.
En tanto, el Grupo Hadad, con menor penetración geográfica pero mayor
incidencia en la audiencia, con un promedio de 35% de share en el caso de Radio
10, es hoy propiedad del Grupo Indalo, cuyo dueño es Cristóbal López, amigo
íntimo de la Rosada.
El relato debe continuar, es lo que, en efecto, mantiene esperanzas y
objetivos en el contexto de un gobierno que, desde 2007, habla y promete más de
lo que efectivamente hace. Eso es, en definitiva, en lo que consiste un relato:
contar algo, mostrarlo, hacerlo verosímil, sin la obligatoriedad de que posea
criterio de verdad. Sin embargo, detrás
de todo relato, se oculta una mentira, un doble discurso de absoluta
amoralidad.
Abundan los ejemplos que reflejan el doble discurso del kirchnerismo,
por un lado la epopeya revolucionaria de un gobierno progresista y
transformador, y por otro lado, la evidencia concreta, los hechos que se alejan
de ese ideal ficticio y poco realista. Más allá de cuestiones coyunturales como
la oposición de Moyano, la expropiación de Ciccone que, era desestimada como
opción meses atrás, el cepo cambiario, o las ideas y vueltas en la relación
Gobierno y Schoklender, el kirchnerismo se convirtió en una permanente cadena
nacional de relatos infundados y un doble discurso arrollador.
Luego de la mítica expropiación de YPF, el mismo gobierno ha financiado
y promovido la expansión de los Eskenazi en el mercado petrolero. Se expande el
programa de Frutas, Verduras, Carnes para Todos, pero Guillermo Moreno,
Secretario de Comercio, dice que los argentinos pueden alimentarse por 6$
diarios y pacta con los dueños de las grandes cadenas de supermercados,
aumentos del 5 al 20% en productos de primera necesidad. Un gobierno que
considera valiosísima la recuperación de la identidad de los desaparecidos,
niega que comunidades aborígenes del norte del país posean DNI verdaderos que
protejan la ascendencia originaria y respete su pasado. Cristina Kirchner
relata la importancia de una Ley de Medios aplicable y en los últimos años no
se han multiplicado las voces sino más bien, todas han sumado a un mismo
objetivo, el relato K.
Se menciona la soberanía nacional como defensa valorativa de la gestión
de gobierno pero se entregan los recursos naturales a grandes empresas
extranjeras y monopólicas, se paga deuda por el BODEN 2012, pero se endeuda día
a día a las provincias que siguen recurriendo a préstamos internacionales, se
crean puestos de trabajo, pero no se dignifica al trabajador en negro, no se le
otorga un aumento en el mínimo no imponible. Se da una tarjeta de crédito al
jubilado que todavía espera el 82% móvil, se juzga a los militares pero liberan
a los presos para excursiones culturales, se promueve un discurso de izquierda,
pero se gobierna para la derecha. Un kirchnerismo que sigue afianzando su
camino noventista, con funcionarios millonarios, sueños de re reelección, una
crisis ficticia o armada desde los medios de comunicación y una sociedad cada
vez más dividida y enfrentada.
El doble discurso es amoral, aunque sigue siendo la única alternativa
de un gobierno que prefiere mentir antes que mostrar sus debilidades que tarde
o temprano ya no se podrán ocultar ni un minuto más.
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