Cantera Popular

Cantera Popular

jueves, 22 de noviembre de 2012

UNA HISTORIA QUE RECIEN COMIENZA…

Antecedentes
El 10 de diciembre de 1999 la “Alianza”, una inédita experiencia de coalición de partidos (Unión Cívica Radical y Frepaso), asumía el gobierno, en el marco de una enorme expectativa de la mayoría de los argentinos, deseosos de dejar atrás la década menemista. Veintiún meses después (julio de 2001) renunciaba a su cargo el Vicepresidente de la República y líder principal de una de las fuerzas que integraba la coalición, hiriéndola de muerte como tal. En octubre de ese mismo año el gobierno era derrotado en las elecciones legislativas y en diciembre caía en medio del repudio generalizado, no sin represión y violencia.
Las generaciones más jóvenes del radicalismo habíamos tenido un importante protagonismo en la lucha contra las políticas neoliberales del gobierno de Carlos Menem, y militado entusiastas la construcción de la Alianza como alternativa.
Nacidos a la política en democracia e identificados internamente en el alfonsinismo y sus vertientes, nos estructurábamos en las dos organizaciones juveniles del partido: la Juventud Radical y la Franja Morada. El liderazgo del movimiento estudiantil nos permitía posicionar a la FUA (Federación Universitaria Argentina) en la coalición de las organizaciones sociales que antecedió a la coalición política. Durante un tiempo importante la FUA fue la exclusiva, y respetada, presencia del radicalismo en el ámbito de movimientos sociales como el Frenapo (Frente Nacional contra la Pobreza), que dieran origen a las Marchas por la Justicia, el Trabajo y la Educación, convocadas entre otras organizaciones por el CTA (Congreso de los Trabajadores Argentinos) y la propia FUA.
El desencanto y la progresiva frustración de los argentinos no nos resultaban ajenos, ni nos sorprendió en diciembre de 2001. Los jóvenes militantes del radicalismo no habíamos comprendido la designación de tantos economistas “confiables para los mercados” en el primer gabinete de Fernando de la Rúa. Especialmente nos producía escozor la presencia de Juan José Llach en el Ministerio de Educación de la Nación. Resultó casi intolerable el recorte a los jubilados y ya no limitamos al ámbito interno nuestras críticas, saliendo a la calle y a los medios de comunicación, cuando Ricardo López Murphy propone un recorte del 30% al presupuesto de las Universidades Nacionales en su intento por combatir el déficit público.
Discutimos mucho, y fuerte, con Raúl Alfonsín, entonces Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, quien se esforzaba en reencauzar, en un comienzo, el proyecto aliancista, y ya sobre el final, intentar un salvataje del Presidente radical.
Debatimos con vigor hacia el interior de nuestras filas, donde las opiniones sobre el radicalismo, respecto al Gobierno y acerca de las propias organizaciones juveniles, distaban mucho de ser homogéneas. La tensión más importante era la que ponía en contradicción el respeto por aquellos valores por los cuales todos habíamos abrazado al radicalismo, y la defensa de un gobierno, radical en las formas, pero ajeno y lejano en relación a sus principales políticas públicas. Pero no era la única. Importantes transformaciones en nuestra propia cultura política ponían en jaque los valores de una generación que se debatía entre las seducciones que el “poder” ejercía sobre ella, y la consecuencia con los principios.
Así y todo, asistimos con dolor a la caída del Gobierno de Fernando de la Rúa. El puñado de militantes que algún tiempo después daríamos origen a la Cantera Popular, casi todos con responsabilidades nacionales en las organizaciones juveniles del partido, nos encontramos por aquellos días aciagos en la Plaza de Mayo y alrededores, en las espontáneas manifestaciones de bronca de los porteños, que se repetían y multiplicaban en las principales ciudades del país.
Caído el gobierno y abierto el trabajoso proceso de transición parlamentaria que culminaría con la asunción de Eduardo Duhalde, nos abocamos de inmediato a la contención de nuestras organizaciones. Otra vez discutimos con Raúl Alfonsín la pertinencia o no de integrar el gobierno, denominado por entonces de “unidad nacional” de Eduardo Duhalde. Quienes militábamos en la Franja Morada, teníamos, en enero de 2002, una preocupación adicional: enfrentar el Congreso Ordinario de la Federación Universitaria Argentina que debía llevarse a cabo en marzo de ese año en la Universidad Nacional de Córdoba. Había que retener la Presidencia de la FUA (en manos radicales desde el retorno a la democracia), en un marco de crisis interna, política y de identidad, y con el histórico abanico de agrupaciones de izquierda fortalecidas por el proceso asambleario y de crisis de los partidos tradicionales.
Con esa consigan fuimos al XVIII Congreso Nacional de Franja Morada, realizado en la Universidad Nacional de Río Cuarto los días 14 al 17 de febrero de 2002. No más de 500 militantes de todo el país (quizás el Congreso menos numeroso en muchos años), con ausencia total de dirigentes partidarios cuya asistencia había sido una constante durante muchos años en los Congresos Ordinarios, preparamos a la organización para que llegara unida y movilizada a Córdoba, donde, con la presencia de una movilización histórica (aproximadamente 6.000 militantes de todo el país), los días 8 y 9 de marzo de 2002, retuvimos la conducción de la Federación Universitaria Argentina ante la mirada perpleja del resto de las fuerzas políticas del movimiento estudiantil que no esperaban semejante muestra de capacidad de recuperación de nuestra organización. Emiliano Yacobitti y Marcos Duarte son electos Presidente y Vicepresidente de la FUA. Hacía cuatro meses que había caído Fernando de la Rúa.
La Cantera Popular
El esfuerzo realizado por militantes de la Franja Morada, provenientes de diversas tradiciones dentro del radicalismo (especialmente quienes se encolumnaban en el alfonsinismo y quienes lo hacían en la Corriente de Opinión Nacional), genera condiciones de convivencia inéditas en la historia reciente de la organización, en el marco de las cuales se pasa, más o menos rápidamente, de una estrategia de supervivencia y de administración de la crisis política, a otra vinculada a un proyecto para el partido y el país.
Durante todo 2002 se intensifican las conversaciones entre los referentes de los dos espacios tendientes a, por un lado, garantizar un proceso de recambio en las autoridades de la Mesa Nacional que debía realizarse a comienzos de 2003 (además de elegir a los candidatos a la FUA 2004-2006), y por otro lado, conformar un espacio político autónomo e independiente de las líneas tradicionales del radicalismo, dotado de un programa para la modernización y transformación del mismo, con el objetivo de recuperar su vocación mayoritaria y de representar a los más amplios sectores de la sociedad argentina.
El 30 de enero de 2003, en Sauce Viejo, Santa Fe, se redactan y aprueban los “100 consensos básicos”, documento fundacional de la Cantera Popular, constituido a la vez en Programa de Acción, a partir de cuya lectura, que debe hacerse contextualizando las afirmaciones en el marco de los debates de la Argentina de ese momento, podemos repasar el derrotero llevado a cabo por nuestro espacio político en los años subsiguientes. Así, un resumen de ese manifiesto permite afirmar que en él se propone:
A) Reafirmación de la Democracia Representativa como la mejor forma de gobierno, aún cuando se advierte que “las libertades no pueden ser sólo formales y abstractas”, sino que “deben corporizarse en una ampliación permanente de todos los sectores sociales en las decisiones políticas, en la afirmación de los rasgos culturales y en el disfrute de la riqueza nacional”.
B) Adscripción al ideario de la Socialdemocracia, “la cual no renuncia, a pesar de las tensiones que ello implica, a combinar libertad con igualdad, profundizar la democracia, procurar la paz, promover la civilidad”.
C) Afirmación del rol central del Estado, ya que en su “recuperación radica buena parte de la resolución de los problemas nacionales”, y advierte que “somos conscientes que la virtual inexistencia del Estado converge en una pérdida creciente de capacidad de decisión estatal soberana sobre los sectores dominantes y un achicamiento de su capacidad de gestión”. También expresa que “impulsamos la construcción de un Estado fuerte, capaz de hacer posible en el marco de la convivencia pacífica, las demandas de las grandes mayorías. Creemos que ese Estado es imposible concebirlo desvinculado del equilibrio que otorga la división republicana de poderes”
D) Compromiso con el ideal de justicia, “depositamos en la idea superior de justicia la resolución de las controversias derivadas de intereses sociales antagónicos; creemos preciso dar prioridad a los postergados a la hora de gobernar, legislar o dictar justicia, sin por ello poner en riesgo la paz social que, de romperse, acabaría perjudicándolos aún más”
E) Reivindicación de los Partidos Políticos, pues “la democracia requiere ineludiblemente de ellos para su funcionamiento”, y que “frente a la crisis de representación de estos es indispensable recuperarlos, o crear partidos nuevos o coaliciones de partidos que reemplacen a los que mueren”. “Se requiere recuperar la política y contar con partidos vigorosos y renovados”
F) Pertenencia al radicalismo, “por definición ideológica, como instrumento válido aún para nuestra acción política”, pues “estamos convencidos que en los valores y principios históricos del partido radical, encontramos suficientes razones para abocarnos a la tarea de su reconstrucción, que nos permita rescatar la concepción de partido de masas de sus orígenes y ofrezca un programa de paz, bienestar y justicia para las grandes mayorías. Elegimos, por tanto, el camino de la recuperación del radicalismo”. Y agrega, “Si lo recuperamos de manos de quienes se sirven de su historia y sus principios para beneficio personal, el radicalismo puede todavía hacer un aporte singular a la resolución de la crisis del país”
G) Unidad del radicalismo, “el radicalismo, que alguna vez supo representar la causa contra el régimen, agoniza, y sus dirigentes más encumbrados aparecen ante la opinión pública disputándose sus despojos, poniendo al partido al borde de la ruptura, sin que ello sea al menos, por razones ideológicas”
H) Unidad del campo popular, “Observamos con disgusto el desencuentro e incomprensión mutua de quienes dicen representar a los sectores populares”, “el peronismo, depositario aún de una importante cuota de respaldo popular, desiste de ponerse al frente de un proyecto de recuperación nacional y se sumerge en interminables internas, sin poder resolver la crisis de liderazgo e identidad que le provocó el haber abrazado la doctrina neoliberal en los noventa. Los dirigentes que encarnan la “renovación”, empezando por el propio presidente de la República, están demasiado comprometidos con aquel proceso de destrucción nacional, como para ser depositarios de una renovada confianza popular”, “Otras expresiones legítimas de los sectores progresistas, como el sindicalismo democrático (CTA), el socialismo unificado o el ARI de Elisa Carrió, son con frecuencia ganados por la especulación, el egoísmo, la exclusión o el individualismo”, Frente a ello reafirmamos nuestra vocación de trabajar por la unidad de los sectores populares desde la recuperación de nuestra propia identidad, vinculada a los sectores progresistas del Partido Radical, sin por ello negar la existencia de otras expresiones con las cuales aspiramos, más tarde o más temprano, confluir”
I) Conquista del poder formal del partido, ya que “ese es nuestro desafío principal en el mediano plazo: imponer un programa político progresista al partido, convocando detrás de él a vastos sectores de la vida partidaria misma y de otros sectores de la sociedad”, “debemos proponernos en el corto y el mediano plazo la conquista del poder formal del partido, desalojando a numerosos sectores políticos que impiden o retardan estos objetivos, de su control mayoritario”
J) Necesidad de formular un programa, “Es en la formulación de un moderno programa político, orientado a incluir a los sectores expulsados del sistema por el neoliberalismo, que entendemos reside buena parte de la posibilidad de convocar a cientos de militantes radicales diseminados por toda la República presa del desencanto y la frustración, traicionados por sus dirigentes y descalificados por la sociedad”
K) Creación de una fundación política, técnica y de pensamiento, al afirmar en Sauce Viejo que “entendemos necesario contar con un instrumento visible mediante la figura de una Fundación”, para agregar que, “Desde ella, desarrollar políticas tendientes a contar con cuadros técnicos trabajando en la elaboración del programa, y estrategias de formación política intensivas para los integrantes de nuestra organización”. Finalmente, “es desde la Fundación que nos proponemos tejer relaciones con otros movimientos y organizaciones sociales representativas de los sectores populares”
L) Estrategia sin tiempo, “No emprendemos una carrera desenfrenada hacia el poder. No seremos gestores de una nueva frustración de los argentinos. Aspiramos a prepararnos concienzudamente, y a elegir los caminos más idóneos para, una vez alcanzado aquel, gobernar con lealtad a nuestros principios”

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