Cantera Popular

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sábado, 24 de noviembre de 2012

100 CONSENSOS BÁSICOS PARA FUNDAR LA CANTERA PARTE I


1) Declaramos como nuestro principal objetivo la conquista del poder político por vía de las instituciones democráticas, por parte de una nueva generación de argentinos, que superando los errores del pasado, se proponga reinsertar a la Nación en el camino de la igualdad, la libertad, la justicia social, el desarrollo económico, el progreso social y la soberanía política.
2) Nuestro ideario se vincula al pensamiento de la social democracia, es decir, a combinar Libertad con Igualdad, promover la solidaridad, profundizar la democracia y procurar la paz.
3) Estamos convencidos que la única consolidación posible de la democracia en América Latina, es mejorando sustancialmente el reparto de la riqueza, y afirmando el papel del estado en las áreas de educación y salud, así como en la preservación de los recursos nacionales estratégicos.
4) Creemos que las libertades no pueden ser sólo formales o abstractas, deben corporizarse en una ampliación permanente de la participación de todos los sectores sociales en las decisiones políticas, en la afirmación de los rasgos culturales y en el disfrute de la riqueza nacional.
5) Los grandes problemas nacionales nos convocan: el quiebre productivo que implicó el cierre de cientos de empresas en la última década, el peso de una deuda externa agobiante y mayoritariamente ilegítima, una tasa de desempleo sin precedentes, la creciente informalidad del trabajo, la caída de ingresos de los asalariados y el aumento de la desigualdad social, la crisis de valores, la falta de perspectiva y retroceso de las clases medias y el crecimiento de la violencia social e institucional, así como la corrupción y el individualismo que afecta a la sociedad en su conjunto, expresada dramáticamente en su clase dirigente.
6) También, la desaparición de la educación pública como política de Estado, la sistemática destrucción de nuestro aparato científico tecnológico, la expulsión de niños y ancianos de toda cobertura de salud, la enajenación del suelo y el subsuelo, la sumisión humillante a la potencia hemisférica y mundial, entre otras calamidades.
7) Somos conscientes que la virtual inexistencia de Estado converge en una pérdida creciente de capacidad de decisión estatal soberana frente a los sectores dominantes y un achicamiento de su capacidad de gestión.
8) Esta brutal transformación, sumado a la cooptación que sus beneficiarios han derramado sobre el conjunto de la clase dirigente, ha afectado a la política y sus instituciones produciendo la crisis de legitimidad de los partidos más profunda de la historia, letal para la continuidad del sistema democrático.
9) Frente a este diagnóstico, afirmamos que en la recuperación del Estado radica buena parte de la resolución de los problemas nacionales. Pero para ello se requiere recuperar la política y contar con partidos y organizaciones vigorosas y renovadas.
10) Tenemos la convicción de que el futuro de un pueblo está íntimamente vinculado a la calidad de sus ciudadanos y por ende de sus dirigentes. Así, un pueblo libre necesita de dirigentes que asuman el contrato establecido con sus representados.
11) Consideramos que la democracia requiere ineludiblemente de partidos políticos para su funcionamiento y que frente a la crisis de representación de éstos, es indispensable recuperarlos, o crear nuevos partidos o coaliciones de partidos que reemplacen a los que mueren. La certeza de la imprescindibilidad de los partidos políticos, no va en desmedro de las nuevas formas de participación que la sociedad va gestando y que integran el sistema democrático.
12) Entendemos posible la paz social basada en la permanente inclusión de los marginados, a través del acceso a la educación pública en todos sus niveles, a la dignidad que otorga el trabajo debidamente remunerado, a la salud pública de calidad, a la cultura y al bienestar general.
13) Descreemos de los falsos antagonismos destinados a dividir y enfrentar a los sectores populares para allanar así el camino a los intereses concentrados del capital especulativo (en ocasiones también el productivo, cuando éste está concentrado en pocas manos).
14) En cambio, depositamos en la idea superior de justicia la resolución de las controversias derivadas de intereses sociales antagónicos; creemos preciso dar prioridad a los postergados a la hora de gobernar, legislar o dictar justicia, sin por ello poner en riesgo la paz social que, de romperse, acaba perjudicándolos aún más.
15) Impulsamos para ello la construcción de un Estado fuerte, capaz de hacer posible en el marco de la convivencia pacífica las demandas de las grandes mayorías a partir de ese ideal de justicia. Creemos que ese Estado es imposible concebirlo desvinculado del equilibrio que otorga la división republicana de poderes.
16) Resulta imperioso para hacer posible un gran país restaurar la confianza del pueblo en los jueces y magistrados de la nación; así como en la Constitución Nacional como pacto de convivencia del que deriva la paz y el progreso social.
17) Creemos que en la actual crisis del país, con la amenaza cierta de desintegración y fragmentación política, cultural y territorial, la principal tarea es preservar las pocas organizaciones de carácter nacional y popular que subsisten.
18) Es por todo ello que quienes nos damos cita hoy aquí elegimos, por definición ideológica, a las formas democráticas para la concreción de nuestros objetivos, y a la Unión Cívica Radical como instrumento válido aún de nuestra acción política.
19) Estamos convencidos que en los valores y principios históricos del Partido Radical, encontramos suficientes razones para abocarnos a la tarea de su reconstrucción, que nos permita rescatar la concepción de partido de masas de sus orígenes y ofrezca un programa de paz, bienestar y justicia para las grandes mayorías. Elegimos por tanto, el camino de la recuperación del radicalismo.
20) Si lo recuperamos de manos de quienes se sirven de su historia y sus principios para beneficio personal, el radicalismo puede todavía hacer un aporte singular a la resolución de la crisis del país.
21) Observamos con disgusto el desencuentro e incomprensión mutua de quienes dicen representar a los sectores populares. El radicalismo, que alguna vez supo representar la causa contra el régimen, agoniza y sus dirigentes más encumbrados aparecen ante la opinión pública disputándose sus despojos, poniendo al partido al borde de la ruptura, sin que ello sea al menos por razones ideológicas.
22) El peronismo, depositario aún de una importante cuota de respaldo popular, desiste de ponerse al frente de un proyecto de recuperación nacional y se sumerge en interminables internas sin poder resolver la crisis de liderazgo e identidad que le provocó el haber abrazado la doctrina neoliberal en los noventa.
23) Los dirigentes que encarnan la “renovación”, empezando por el propio presidente de la República, están demasiado comprometidos con aquel proceso de destrucción nacional, como para ser depositarios de una renovada confianza popular.
24) Otras expresiones legítimas de los sectores progresistas, como el sindicalismo democrático (CTA), el socialismo unificado o el ARI de Elisa Carrió, son con frecuencia ganados por la especulación, el egoísmo, la exclusión o el individualismo, que le impiden hasta acá construir una fuerza política transformadora capaz de reunir en su seno identidades valiosas y necesarias para su consecución.
25) Frente a ellos reafirmamos nuestra vocación de trabajar por la unidad de los sectores populares desde la recuperación de nuestra propia identidad, vinculada a los sectores progresistas del Partido Radical, sin por ello negar la existencia de otras expresiones con las cuales aspiramos, más tarde o más temprano, confluir.
26) Es en la construcción de un moderno programa político orientado a incluir a los sectores expulsados del sistema por el neoliberalismo, que entendemos reside buena parte de la posibilidad de convocar a cientos de militantes radicales diseminados por toda la república presa del desencanto y la frustración, traicionados por sus dirigentes y descalificados por la sociedad.
27) Si el programa además es capaz de ser comprendido y enriquecido por la sociedad y produce un paulatino acercamiento de la gente al partido, habremos emprendido el camino de su recuperación. Ya lo intentaron los jóvenes de la Declaración de Avellaneda en 1945; ya lo intentaron los jóvenes de la Coordinadora en las décadas del sesenta y setenta.
28) Ese es entonces nuestro desafío principal en el mediano plazo: Ofrecer y aplicar un programa político progresista al partido, encolumnando detrás de él a vastos sectores de la vida partidaria misma y de otros sectores de la sociedad.
29) Pero al mismo tiempo ir desarrollando poder político real que nos permita en un futuro no tan lejano ser los principales ejecutores de ese programa. Para ello debemos proponernos en el corto y el mediano plazo la conquista del poder formal del partido, desalojando a numerosos sectores políticos que impiden o retardan estos objetivos, de su control mayoritario.
30) Cabe aquí distinguir entre aquellos sectores que viven de sus restos de prestigio y fundamentalmente de su historia, y aquellos otros que se ubican ideológicamente en el “centro” político.
31) A los primeros hay que desalojarlos del seno del partido (asumiendo que no se trata de sectores débiles en la vida interna de éste). En cuanto a los segundos, debemos ser certeros en el diagnóstico: el radicalismo dista mucho de ser un partido ideológicamente definido, por lo cual, para romper su tradición de partido de centro, debemos generar una mayoría que respalde nuestro proyecto, y eventualmente convivir con los sectores “moderados”.
32) Entendemos equivocada la estrategia de cierto progresismo partidario de intentar construir la alternativa a partir de la exclusión sistemática de grupos y dirigentes que se ubican en el centro político. Todo lo contrario, el objetivo debe ser liderarlos, nutriéndose al mismo tiempo de la fuerte identidad que suelen tener principalmente en el interior del país.
33) En todo caso, lo que no nos puede suceder a quienes conformamos La Cantera es que el “centro” partidario nos colonice lentamente a medida que vamos acercándonos al poder. Para ello debemos establecer para nosotros mismos pautas de conducta irreprochables que concilie las prácticas políticas con los valores que pregonamos.
34) Creemos que la tarea más inmediata es constituirnos en todo el territorio del país, convocando a todos aquellos jóvenes militantes del radicalismo que estén dispuestos a sumarse a una construcción colectiva, alejada de los personalismos y de las formas de construir tradicionales en el partido. Debemos tensionar al interior del radicalismo para atraer a la mayor parte de la militancia radical (la que está y la que se fue), así como a nuevos militantes en forma simultánea.
35) También a quienes no militando en la Unión Cívica Radical coincidan en la necesidad de construir una gran fuerza política progresista que permita refundar la nación.
36) No se trata de convocar a nadie a un salto al vacío. Nuestro movimiento se nutre esencialmente de las construcciones locales, y auspicia solidariamente la acumulación de poder político local de sus integrantes. En ello va a radicar la capacidad de ser exitosos en el objetivo primario de ser actores centrales en la vida partidaria.
37) Se trata de no servirse de la construcción colectiva para la realización de proyectos individuales. Es vital el imperio de la solidaridad recíproca entre las construcciones locales y la comunidad nacional. Quien no esté preparado para asumirlo no debe embarcarse en este proyecto, sin desmedro de que en el futuro se incorpore.
38) Creemos que nuestra consolidación va a depender centralmente de cinco factores: la fuerza de las convicciones de nuestros cuadros y dirigentes; la solidez de la organización; el nivel de los recursos materiales de que dispongamos; el nivel de los apoyos (y la legitimidad que vayamos cosechando en la militancia y la sociedad) y la estrategia de alianzas que nos planteemos.
39) El primer factor se vincula a la capacidad de construcción de una identidad colectiva a lo largo y a lo ancho del país, racional, en el sentido que cada uno de los militantes sepa que se suma a un proyecto político concreto, basado en un ideario y un programa particular.
40) El segundo se trata de nuestra convicción de constituirnos nacionalmente, con criterio territorial y desarrollo de militancia local, con una organización nacional que facilite esa construcción y no la retraiga.
41) Creemos que esa construcción se edifica fundamentalmente sobre los valores de solidaridad militante y lealtad con la organización.
42) El financiamiento de la organización es central en el éxito de los objetivos; sin embargo deberemos procurar financiamiento genuino y transparente, para lo cual entendemos necesario el rol de una Fundación, como así también el desarrollo de emprendimientos productivos.
43) El cuarto factor tiene que ver con la estructuración de acciones que inviten a la militancia y a la sociedad a sumarse en la consecución de los ideales generales y específicos, movilizando capacidades ciudadanas.
44) Finalmente, debemos construir poder funcional y para ello poseer instancias que lo vinculen y le permitan la interlocución con organizaciones empresarias, sindicales, educativas, comunicacionales, entre otras.
45)El debate con las organizaciones de la sociedad civil, la programación de actividades conjuntas, las acciones de proveer formación e información a los ciudadanos, la movilización para presentar exigencias, son tareas cotidianas que debemos encarar para construir la base de apoyo o el poder político necesario para realizar las transformaciones contenidas en este ideario.
46) Desde la fundación debemos desarrollar las políticas tendientes a contar con cuadros técnicos trabajando en la elaboración del programa, y estrategias de formación política intensivas para los integrantes de nuestra organización.
47) Finalmente es desde ella que nos proponemos “tejer” relaciones con otros movimientos y organizaciones sociales representativas de sectores populares. Pero fundamentalmente desde allí generar las propias políticas de inserción social y construcción territorial con programas propios al estilo del Plan de Alfabetización.
48) Nos planteamos convocar a un amplio espectro de intelectuales y pensadores nacionales que compartan la necesidad de recuperar la capacidad de lucha del pueblo argentino a partir del encuentro de los diversos sectores que pretendemos representar.
49) Es decir, ser facilitadores de la generación de pensamiento crítico que permita ir encontrando las soluciones a los problemas del país, generando nuestros propios cuadros técnicos e intercambiando opiniones con otras organizaciones que se aboquen al mismo objetivo.

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