Cada año, 6.000.000 de personas son víctimas de trata de personas. A
nivel mundial, se estima que más del 90% de las víctimas de trata son mujeres,
niñas y adolescentes explotadas sexualmente.
De acuerdo a la información que se posee sobre Argentina, el grupo con
mayor riesgo de convertirse en víctima de trata para explotación sexual está
compuesto por mujeres y niñas con bajos niveles de escolarización,
pertenecientes a grupos familiares numerosos y con necesidades básicas
insatisfechas, donde la mayoría de sus integrantes se encuentran desocupados o
realizan actividades primarias no calificadas por las que perciben ingresos
extremadamente bajos. Sin embargo existen víctimas de trata que no presentan
estos factores sociales.
De acuerdo a los datos de la Organización Mundial para las Migraciones,
la Argentina es considerada país de origen, de destino y transito para las
víctimas de trata.
La trata de personas se ha expandido en la última década en todo el
mundo. “La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó en 2005 que unos
2,4 millones de víctimas de trata en todo el mundo estaban trabajando en
condiciones de explotación y que, cada año, se les agregaban 1,2 millones de
nuevas víctimas. Desde una perspectiva regional, el Departamento de Estado de
EEUU estimó que aproximadamente 100.000 personas procedentes de países de
América Latina y el Caribe caen atrapadas en situaciones de trata anualmente.”
(Estudio exploratorio sobre la trata de personas con fines de explotación
sexual en Argentina, Chile y Uruguay. OIM, Organización Internacional para las
Migraciones)
Tanto la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM) consideran la trata de personas un
delito transnacional. En la actualidad, el negocio de la trata supera, en
cuanto a volumen de dinero, al tráfico de armas y se encuentra un escalón por
debajo del narcotráfico.
La creciente desigualdad en la distribución de la riqueza, tanto dentro
de un mismo país como entre ellos, ha generado un espacio propicio para que el
crimen organizado se mueva con suma displicencia.
La imposibilidad de conseguir un empleo digno y la acuciante necesidad
se convierten en motores centrífugos que llevan a hombres y mujeres a migrar
hacia otros destinos con la esperanza de alcanzar la mera supervivencia.
Las víctimas de trata son, en su mayoría, migrantes que buscan escapar
de la pobreza y ayudar a sus familias. Para el crimen organizado, esta es una
situación ideal, se logra traficar a seres humanos por medio de la violencia,
el engaño, la coerción y el chantaje, aprovechándose de situaciones de
vulnerabilidad de las familias y personas. Esta situación de vulnerabilidad,
determinado por un sistema de explotación que reduce al ser humano a un simple
objeto, producto de ganancia para unos y de miseria para otros, obliga a
hombres y mujeres a “vender” su fuerza de trabajo en busca de un “mejor
porvenir”.
En una sociedad patriarcal, donde las mujeres son doblemente explotadas
y doblemente objetualizadas, la pobreza tiene un impacto diferencial de acuerdo
al género. Si consideramos que las mujeres tienen más dificultades para
encontrar un trabajo remunerado y además
tenemos en cuenta que sus salarios son más bajos que los de los hombres, nos
encontramos con que los hogares con jefatura femenina son los que más
rápidamente “caen” en la pobreza o la indigencia.
En este marco situacional la opresión de los cuerpos no es casual. La
cultura patriarcal nos hace creer que ciertos cuerpos, bajo relaciones sociales
determinadas, poseen el particular potencial de ser explotados y traficados.
Sobre definiciones y otras yerbas
De acuerdo al Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de
personas, especialmente mujeres y niños, la trata de personas es definida en su
artículo 3:
Por trata de personas se entenderá la captación, el transporte, el
traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al
uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al
abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o
recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona
que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación
incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas
de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las
prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
En definitiva, el marco legal internacional, plasmado en el Protocolo
de Palermo, no tiene como objetivo proteger los derechos humanos de las
víctimas sino la seguridad de los Estados y de sus fronteras. De acuerdo a esta
definición, se pone a las víctimas en la
necesidad de probar que no hubo consentimiento de las personas sometidas
para explotar sus propios cuerpos.
La trata de personas es un proceso complejo con varias etapas –
reclutamiento en el lugar de origen, transporte al lugar de destino y acogida-
y diferentes actores.
Existen diferentes metodologías de las que hacen uso estas redes
mafiosas para subsumir a mujeres, niñas y adolescentes en redes de prostitución
y esclavitud.
Uno de los métodos utilizados es el secuestro o captura. Antes de
secuestrar a sus víctimas, los captores estudian los movimientos y costumbres
de las mismas y recolectan datos personales que les servirán de utilidad para
el sometimiento de su víctima. En este caso, la víctima es tomada por asalto y
violentamente trasladada al lugar de explotación donde será violada reiteradas
veces y golpeada hasta ser “quebrada”.
Otro método de captación se establece a través de los ofrecimientos
laborales, ya sea a través de avisos clasificados o propuestas verbales. Por lo
general constituyen ofertas tentadoras, con buenas remuneraciones y sin
pretensiones de previa experiencia o capacitación. Los trabajos ofrecidos se
encuentran en zonas lejanas al lugar de origen de la víctima.
Las agencias de modelo falsas también son un método utilizado por las
redes para obtener información que les permitirá reclutar mujeres para sus
redes de prostitución. Al igual que estas “agencias”, las salas de chat son un
medio eficaz para obtener información y exponer a jóvenes a potenciales
situaciones de riesgo.
Los reclutadores tratan de provocar la fuga del hogar de niñas, niños y
adolescentes, para poder someterlos y capturarlos merced a su situación de
vulnerabilidad. Esto es posible debido a la indiferencia con que la policía
suele tomar las denuncias, postergando la toma de las mismas por 24, 48 o,
incluso, 72hs. Esto permite a las redes de trata contar con tiempo valioso para
el traslado de sus víctimas.
El “enamoramiento” es otra táctica utilizada por los agresores.
Mediante promesas de una vida en pareja y estabilidad económica, las víctimas
son alejadas de sus hogares y afectos. Por lo general se trata de víctimas
jóvenes que son llevadas a situaciones de aislamiento y desprotección,
manipuladas psicológicamente y llevadas a situaciones de indefensión y quiebre
emocional.
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