Cantera Popular

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viernes, 14 de diciembre de 2012

LA NUEVA “CHACRITA” DE MÁXIMO KIRCHNER



Habría sido adquirida recientemente. Se encuentra en la localidad bonaerense de Zárate, pertenecía a una familia aristocrática y está valuada en más de 2,2 millones de dólares.
Le dicen “la nueva chacrita de Máximo Kirchner”. Costó casi 2 millones y medio de dólares y está en Zárate, a orillas del río Paraná, en la provincia de Buenos Aires, y ya engrosa el patrimonio del hijo de la Presidenta, cuya particularidad es que nunca se le conoció haber realizado trabajo alguno. En el estudio no le fue mucho mejor: abandonó todas las carreras universitarias en la que se anotó, incluyendo el curso de ingreso de la Facultad de Periodismo de La Plata.
Según publica en su ejemplar de ayer la revista Noticias, la propiedad que habría adquirido el hijo de la Presidenta tiene cinco hectáreas, una gran casona, una casa de huéspedes, una lujosa piscina y amarras. Eso no es todo: sería vecino de Julio De Vido, quien tiene una lujosa propiedad allí hace muchos años. Las expensas de la chacra que adquirió Máximo cuestan 8.700 pesos y están a nombre de un histórico socio de la familia Kirchner.
Antes de ser comprada por el primogénito de los Kirchner, esta mansión pertenecía a la aristocrática familia Grüneisen, que en los ‘90 era propietaria de la petrolera Astra, adquirida en 1996 por Repsol, que por aquel entonces tenía la mayoría accionaria de YPF. Esta familia también está vinculada con las cadenas de librerías “Yenny” y “El Ateneo”, y el sitio de internet Tematika.com.
El incremento patrimonial de la Presidenta se ha multiplicado once veces desde que su fallecido esposo, Néstor Kirchner, se sentó por primera vez en el sillón de Rivadavia, hasta fines del año pasado. Específicamente, pasó de tener US$ 1,5 millones a US$ 17 millones, aproximadamente 100 millones de pesos más.
Según se desprende de la serie de declaraciones juradas que los mandatarios presentaron ante la Oficina Anticorrupción (OA), la cifra incluye los bienes que heredaron sus hijos por la sucesión que la presidenta Cristina Fernández hizo tras la muerte de su marido.
La familia presidencial llegó a acumuló en activos más de US$ 18,6 millones, si se contabilizan los 12 departamentos, 6 casas, 6 terrenos, 4 locales, la camioneta, las acciones, las acreencias y los depósitos en efectivo que declaró Cristina Kirchner el último diciembre.
La jefa de Estado informó en tanto una deuda de US$ 1,5 millones contraída con una empresa de la que, a su vez, es accionaria: Hotesur SA, la firma que controla el hotel Alto Calafate.
De acuerdo a investigaciones periodísticas, la mayor parte de las propiedades del matrimonio Kirchner fueron adquiridas entre 1977 y 1982.
No obstante, durante el gobierno de Néstor Kirchner el matrimonio adquirió 18 propiedades en la provincia patagónica de Santa Cruz, y “meses antes de las elecciones de 2007 (cuando ganó Fernández), la pareja compró diez departamentos de no más de 50 metros cuadrados en Río Gallegos”, pero “poco después del enroque presidencial, la pareja decidió vender catorce de sus inmuebles”.
En foco
Una metáfora del poder K
A Máximo Kirchner no sólo no se le conoce que haya trabajado en algo durante toda su vida. Casi no se lo escucha hablar en público (salvo el documental de sobre Néstor Kirchner, financiado por empresas estatales y firmas amigas del poder) y, pese a su absoluta inexperiencia política, se lo suele definir como el líder absoluto de La Cámpora.
Se trata de una agrupación que seguramente dejará de existir cuando Cristina Kirchner termine su presidencia, al tener una dependencia total de los recursos del Estado. En definitiva, La Cámpora y su conductor son una clara metáfora del perfil de lo que es el Gobierno K y de quienes son los que realmente manejan los hilos en una administración sin materia gris, con funcionarios obsecuentes que sólo trabajan de aplaudidores, y sin cuadros técnicos para definir políticas de Estado para abordar graves problemas como la inseguridad, la inflación y la falta de empleo genuino.
Detrás de las consignas progresistas que gritan a diestra y siniestra, los camporistas se esconden funcionarios públicos con sueldos astronómicos, sin capacidad de gestión; cientos de militantes rentados que responden al mejor postor y hasta adoctrinadores que recorren escuelas intentando bajarle línea a chicos de primaria. A ellos se les suma la infame agrupación Vatayón Militante, también vinculada con La Cámpora, que recorre las cárceles reclutando presos que reciben beneficios, como poder salir de su encierro y que, más temprano que tarde, podrían terminar siendo una fuerza de choque a las órdenes de la administración K.

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