Dos funcionarios que están sospechados de haber actuado a favor del
testaferro del actual vicepresidente recibieron premios por su rol en el caso
Ciccone. Uno de ellos ahora ganaría cerca de 75 mil pesos por mes
En la Argentina del kirchnerismo la corrupción no sólo no es castigada,
sino que ahora es premiada: mientras el polémico vicepresidente Amado Boudou
continúa bajo la lupa por distintas irregularidades, dos funcionarios que están
sospechados de haber actuado a favor de su presunto testaferro en el caso
Ciccone fueron beneficiados con nuevos cargos y sueldos estratosféricos.
El primero de los amigos de Boudou que recibió estos favores fue Rafael
Resnick Brenner, quien, como jefe del gabinete de asesores del cuestionado
titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo
Echegaray, tuvo un rol importante para lograr que el mencionado organismo le
brindara planes excepcionales de pago a la renovada Ciccone -por debajo incluso
de la inflación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
En este contexto, cuando el escándalo tomó estado público, Resnick
Brenner fue desplazado por el propio Echegaray, pero se quedó con su salario,
coche y chofer. Pero ahora, con las aguas más quietas, consiguió un nuevo cargo
al frente de la delegación regional en Salta, con un sueldo que puede ascender
hasta los 75 mil pesos por mes.
Sin embargo, no sólo Resnick Brenner gozó de los premios K por haber
ayudado a Boudou y a sus cómplices: el otro nombre en cuestión es el de Marcelo
Mamberti, cabeza visible de la Inspección General de Justicia (IGJ) cuando
ocurrió el extravío o robo en ese organismo de tres legajos vinculados al caso
de la eximprenta.
Lejos de renunciar a la IGJ, Mamberti terminó ocupando un lugar como
asesor en el Senado con la categoría A-1 de planta temporaria -la más alta
posible- bajo la dependencia directa de su padrino político, el exjefe de
Gabinete, Aníbal Fernández. Su sueldo también llama la atención, ya que oscila,
aproximadamente, entre los 17 y los 25 mil pesos, depende la antigüedad en la
administración y si ostenta un título universitario.
Entre aplausos y castigos
Así como para los K hay premios, también hay castigos. Con Resnick
Brenner y Mamberti gozando de un buen pasar por sus acciones, el que pagó el
precio de no salir en defensa del vicepresidente en el caso Ciccone fue el
ahora exdirector general de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, José
Guillermo Capdevila, quien le advirtió al propio Boudou que no podía ni debía
opinar sobre el pedido de moratoria presentado por la “nueva” imprenta, dado
que carecía de facultades para intervenir, entre otros aspectos.
Tan mala fue la suerte de Capdevila que el hoy ministro de la cartera
económica, Hernán Lorenzino, le exigió su renuncia para poner en su lugar a
alguien “de confianza”, según los trascendidos. El hecho, a fin de cuentas, no
hace más que poner en relieve el oscuro manejo de las autoridades del Gobierno
Nacional para quienes se muestran colaborativos a la hora de subsanar sus
errores y para los que ponen palos en la rueda. A esto se le suma, además, una
pesada interna en la que los funcionarios de renombre eligen a sus subordinados
según su antojo, otro capricho característico del kirchnerismo por estos
tiempos.
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