Respetado por muchos, criticado por otros, el primer presidente de los
argentinos en la vuelta a la democracia se constituyó como una figura que se
destaca en la política por su naturaleza al servicio de la Nación. Un repaso de
sus logros y la opinión de quienes lo consideran referente.
Raúl Ricardo Alfonsín no es un hombre como cualquier otro, su historia
sembró muchas cosas en el país y su legado, al transformarse en el primer
presidente argentino en la vuelta de la democracia, aún sigue vigente, a tres
años de su fallecimiento.
Fue el 30 de octubre de 1983 cuando su fórmula (que integraba junto a
Víctor Martínez) le ganó a la de Ítalo Luder y Deolindo Bittel por el 51,7 por
ciento de los votos. Ese mismo año –el 10 de diciembre– y ante la Asamblea
Legislativa anunció los ejes de su gestión: derogación de la ley militar de
autoamnistía y fin de la Doctrina de Seguridad Nacional, reforma del Estado y
de la universidad pública, protección a la industria, un Plan Alimentario
Nacional (PAN) para los más necesitados, un intenso programa de alfabetización
y obra pública.
En la misma semana que asumió, y tal como lo había anunciado en su
campaña política, Alfonsín ordenó por decreto juzgar a las juntas militares y
las cúpulas guerrilleras. También creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición
de Personas (Conadep) que documentó las violaciones a los derechos humanos en
el libro Nunca Más.
Pero no todo fue fácil para este hombre que en la Semana Santa de 1987
soportó la primera de tres sublevaciones militares que lo afectaron. Al terminar
el levantamiento, el por entonces presidente salió al balcón de la Casa Rosada
y saludando a los miles de ciudadanos que se habían movilizado para defender la
democracia dijo: “La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina.
Felices Pascuas”.
Pero las cosas no eran como parecían porque Alfonsín ya había sancionado
la ley de punto final (fijaba un límite de 60 días a las acciones penales
contra militares) y creado la ley de obediencia debida, que exculpaba a los
oficiales que “actuaron obedeciendo órdenes”. A pesar de ello y quizá contra lo
que él mismo suponía, las fuerzas militares amenazaron permanentemente su
gobierno.
Positivo y negativo
En materia internacional y con saldo positivo, Alfonsín selló la paz
con Chile por el Canal de Beagle y se lanzó a la unión económica entre Brasil y
la Argentina, antecedente del Mercosur. En la lista de sus frustraciones se
anota el plan de trasladar la Capital a Viedma (un intento por descentralizar
el país) y su política económica, que después del Plan Austral y el Plan
Primavera (ambos fallidos) desembocaron en la hiperinflación y los saqueos que
lo obligaron a adelantar el traspaso del poder a Carlos Menem.
Cabe destacar que ése no fue el momento en que el referente del
radicalismo terminó su vida política porque, en 1994, firmó –junto a Menem– el
Pacto de Olivos, que le permitió a este último modernizar la Constitución y
entre otras cosas lo habilitó a la reelección.
Ésa fue una de las acciones que sus detractores le reprocharon, igual
que las leyes que favorecieron a los militares y su retiro anticipado del
poder.
Su historia
Raúl Alfonsín nació en Chascomús, en donde cursó sus estudios primarios
y secundarios. Luego, en su rol de estudiante universitario (se recibió de
abogado) militó en la Unión Cívica Radical, destacándose como dirigente
juvenil.
Unos años más tarde, se casó con María Lorenza Barreneche, con quien
tuvo seis hijos; Raúl Felipe, Ana María, Ricardo Luis, María Marcela, María
Inés y Javier Ignacio quienes le dieron 24 nietos y tres bisnietos.
En 1999, el dirigente político tuvo un grave accidente automovilístico
y físicamente nunca volvió a ser el de antes. Cinco años después sufrió la
pérdida de su nieta de 15 años, Amparo Alfonsín.
El tiempo pasó y sin resignarse a abandonar su rol de referente,
Alfonsín ideó la candidatura presidencial de Roberto Lavagna y promovió el
regreso al partido de Julio Cobos y otros ex radicales.
Un tiempo antes de su partida, recibió condecoraciones de universidades
y gobiernos de todo el mundo. En nuestro país también lo homenajearon en vida
con la declaración de ciudadano ilustre de la provincia de Buenos Aires; el
descubrimiento de un busto con su imagen en la Casa Rosada y el acto homenaje
que se organizó a 25 años de su triunfo electoral.
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