Cantera Popular

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lunes, 4 de noviembre de 2013

POPULISMO: EL LEGADO DE PERÓN


Aunque muchos quieran negarlo, en la Argentina de hoy en día vivimos en un sistema populista en su máximo exponente. El gobierno K se tuvo que enfrentar con lo que ni si quiera Perón tuvo que enfrentarse: El ajuste. Si señores cuando Perón estaba en el poder metió muchas reformas sociales, subsidios y demás costos que era obvio que el Estado no podía soportar por mucho tiempo, pero cuando el tiempo de ajuste les llego vinieron los militares en el 55'.
El populismo, que basa su política en el "pueblo", es un sistema destinado al fracaso pero que ha sido y sigue siendo utilizado por gran cantidad de políticos en varias partes del mundo. En la última década ha cobrado una vital importancia en nuestra región latinoamericana, siendo gobiernos como los de Venezuela y el de CFK los más representativos.
Este sistema no pretende realizar verdaderas reformas estructurales de la economía. Solo utiliza las medidas necesarias para mantener contento al pueblo y hacerle creer que la economía verdaderamente está cambiando aplicando medidas a corto plazo, que siempre traen sus consecuencias, como por ejemplo la inflación. A grandes rasgos lo único que busca es mantener un balance a priori positivo lo económico y social, por supuesto a corto plazo.
El populismo no es una ideología en sí, sino más bien una forma de gobernar. ¿Quién fue el pionero de esta estafa hacia el pueblo? nada más ni nada menos que "El General".
Perón comenzó con esta política que necesariamente lleva a un repetitivo despilfarro de recursos sin pensar en las consecuencias a largo plazo que estas medidas traerán. Simplemente se busca la concentración de poder mediante el aval del pueblo, que es engañado mediante discursos conciliadores excelentemente redactados y un "proyecto" económico que a ojos inexpertos parece creciente y estable. Siempre además, todo esto es condimentado con medidas sociales para la clase trabajadora (véase aumento de sueldos, subsidios y/o entretenimiento).
Aún así, este macabro sistema, no solamente satisface su gula con las arcas públicas y las regala a la clase trabajadora. Como todo modelo político que busca concentrar y preservar el poder, tiene que necesariamente tener el aval de no solo las clases populares sino que también de los empresarios y burgueses, que tienen el capital y, por ende gran parte del poder. Estos actores generalmente son empresas multinacionales que como ya muchos sabemos, tienen muchas veces más poder que el estado mismo.
Para poder satisfacer a las multinacionales aplican medidas como: tarifas preferenciales o directamente la quita total de los impuestos, reducción de las regalías en caso de ser empresas como mineras o petroleras, vista gorda a reclamos medio-ambientales y muchas más que se pueden enumerar si ni siquiera ser creativo.
En resumen, es un sistema que habla para la izquierda pero gobierna para la derecha. Pero, ¿Quiénes son los perjudicados? La clase media, como siempre y la economía a largo plazo del país. La clase media queda atrapada entre los subsidios de la clase trabajadora y las tarifas preferenciales de las grandes empresas, sin poder participar de ninguno de los dos beneficios.
No recibe los mismos aumentos de sueldo que y, siempre termina pagando más impuestos que las élites y los trabajadores.
La economía por su parte, siempre queda dañada luego de haber sido parasitada por un gobierno populista. Altas tasas de inflación, deudas, pérdida de valor real en los salarios, estancamiento productivo, corrupción, vaciamiento, etc. Los daños a largo plazo dependen tanto de que tan duro y extenso haya sido el gobierno que lo haya ocasionado, como de quien es el que le toca venir a apagar el fuego después.

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