Aunque muchos quieran negarlo, en la Argentina de hoy en día vivimos en
un sistema populista en su máximo exponente. El gobierno K se tuvo que
enfrentar con lo que ni si quiera Perón tuvo que enfrentarse: El ajuste. Si
señores cuando Perón estaba en el poder metió muchas reformas sociales,
subsidios y demás costos que era obvio que el Estado no podía soportar por
mucho tiempo, pero cuando el tiempo de ajuste les llego vinieron los militares
en el 55'.
El populismo, que basa su política en el "pueblo", es un
sistema destinado al fracaso pero que ha sido y sigue siendo utilizado por gran
cantidad de políticos en varias partes del mundo. En la última década ha
cobrado una vital importancia en nuestra región latinoamericana, siendo gobiernos
como los de Venezuela y el de CFK los más representativos.
Este sistema no pretende realizar verdaderas reformas estructurales de
la economía. Solo utiliza las medidas necesarias para mantener contento al
pueblo y hacerle creer que la economía verdaderamente está cambiando aplicando
medidas a corto plazo, que siempre traen sus consecuencias, como por ejemplo la
inflación. A grandes rasgos lo único que busca es mantener un balance a priori
positivo lo económico y social, por supuesto a corto plazo.
El populismo no es una ideología en sí, sino más bien una forma de
gobernar. ¿Quién fue el pionero de esta estafa hacia el pueblo? nada más ni
nada menos que "El General".
Perón comenzó con esta política que necesariamente lleva a un
repetitivo despilfarro de recursos sin pensar en las consecuencias a largo
plazo que estas medidas traerán. Simplemente se busca la concentración de poder
mediante el aval del pueblo, que es engañado mediante discursos conciliadores
excelentemente redactados y un "proyecto" económico que a ojos
inexpertos parece creciente y estable. Siempre además, todo esto es
condimentado con medidas sociales para la clase trabajadora (véase aumento de
sueldos, subsidios y/o entretenimiento).
Aún así, este macabro sistema, no solamente satisface su gula con las
arcas públicas y las regala a la clase trabajadora. Como todo modelo político
que busca concentrar y preservar el poder, tiene que necesariamente tener el
aval de no solo las clases populares sino que también de los empresarios y burgueses,
que tienen el capital y, por ende gran parte del poder. Estos actores generalmente
son empresas multinacionales que como ya muchos sabemos, tienen muchas veces
más poder que el estado mismo.
Para poder satisfacer a las multinacionales aplican medidas como:
tarifas preferenciales o directamente la quita total de los impuestos,
reducción de las regalías en caso de ser empresas como mineras o petroleras,
vista gorda a reclamos medio-ambientales y muchas más que se pueden enumerar si
ni siquiera ser creativo.
En resumen, es un sistema que habla para la izquierda pero gobierna
para la derecha. Pero, ¿Quiénes son los perjudicados? La clase media, como
siempre y la economía a largo plazo del país. La clase media queda atrapada
entre los subsidios de la clase trabajadora y las tarifas preferenciales de las
grandes empresas, sin poder participar de ninguno de los dos beneficios.
No recibe los mismos aumentos de sueldo que y, siempre termina pagando
más impuestos que las élites y los trabajadores.
La economía por su parte, siempre queda dañada luego de haber sido
parasitada por un gobierno populista. Altas tasas de inflación, deudas, pérdida
de valor real en los salarios, estancamiento productivo, corrupción,
vaciamiento, etc. Los daños a largo plazo dependen tanto de que tan duro y
extenso haya sido el gobierno que lo haya ocasionado, como de quien es el que
le toca venir a apagar el fuego después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario