Corrupción política, en términos generales, es el mal uso público
(gubernamental) del poder para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente
secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia.
Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un
Estado o Nación.
Sayed y Bruce (1998) definen la corrupción como “el mal uso o el abuso
del poder público para beneficio personal y privado”, entendiendo que este
fenómeno no se limita a los funcionarios públicos. También se define como el
"conjunto de actitudes y actividades mediante las cuales una persona
transgrede compromisos adquiridos consigo mismo, utilizando los privilegios otorgados,
esos acuerdos tomados, con el objetivo de obtener un beneficio ajeno al bien
común". Por lo general se apunta a los gobernantes o los funcionarios
elegidos o nombrados, que se dedican a aprovechar los recursos del Estado para
de una u otra forma enriquecerse o beneficiar a parientes y/o amigos.
Todos los tipos de gobierno son susceptibles a la corrupción política.
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de
información privilegiada, el tráfico de influencias, el pucherazo, el patrocinio,
y también los sobornos, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la
prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo y la
impunidad. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como
el tráfico de drogas, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal; aunque no
se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros
crímenes.
El concepto de corrupción difiere dependiendo del país o la
jurisdicción. Lo cierto es que algunas prácticas políticas pueden ser legales
en un lugar e ilegales en otros. En algunos países, la policía y los fiscales
deben mantener la discreción sobre a quienes arrestan y acusan, y la línea
entre discreción y corrupción puede ser difícil de dibujar. En países con
fuertes intereses de grupos políticos, las prácticas de corrupción se dan con
más facilidad.
Argentina y México son los dos países de América Latina en los que los
ciudadanos tienen una mayor percepción de que la corrupción ha aumentado en los
últimos dos años, según el Barómetro Global de la Corrupción 2013 de la ONG
Transparencia Internacional.
Un 72% de los argentinos y un 71% de los mexicanos consideran que en el
periodo antedicho la corrupción ha crecido. El tercer país de América Latina en
este podio de mala percepción ciudadana es Venezuela, donde un 67% de los
encuestados opinan que la corrupción es rampante.
Transparencia Internacional en su informe elige Venezuela para poner un
ejemplo de corrupción. Usa el caso de una señora de 50 años que estaba
durmiendo cuando unos policías entraron en su casa y se llevaron a golpes a su
hijo de 27 años. Lo condujeron a una comisaría y desde allí le pidieron dinero
a la señora para que se lo devolviesen. Finalmente la ONG denunció el caso y
las autoridades venezolanas arrestaron a los agentes extorsionadores.
En el informe se desglosa la percepción de emponzoñamiento de las
instituciones públicas según diversos sectores y países. A este respecto la
policía es el peor organismo para los venezolanos, los mexicanos, los
bolivianos y los salvadoreños.
Los mexicanos también sitúan en lo más alto de la corrupción a los
partidos políticos, igual que los brasileños. En los dos últimos años en ambos
países hubo movimientos sociales críticos con los partidos; en 2012, en los
meses previos a las elecciones presidenciales, surgió en México el Movimiento
Yo soy 132, y en las últimas semanas en Brasil se han sucedido manifestaciones
masivas contra la falta de recursos públicos.
La rebelión cívica brasileña apunta a otro de los campos analizados por
Transparencia Internacional, el de los legisladores. En este caso, son los
colombianos y los paraguayos los que creen que en esta área se concentra más la
corrupción.
Los líderes de la tabla, los argentinos, también ponen el dedo acusador
en los políticos. Hace tan solo unas semanas, por ejemplo, un empresario
cercano al fallecido ex presidente Néstor Kirchner fue imputado por lavado de
dinero.
Al otro lado del Atlántico destaca el preocupante resultado en España,
donde un 67% de los ciudadanos consideró que la corrupción sube, un porcentaje
idéntico al de Venezuela y similar al de México y Argentina. Los casos de
corrupción que se vinculan a los dos partidos españoles preponderantes, el
conservador Partido Popular y el socialdemócrata PSOE, son un ejemplo claro de
los hechos que han podido formar una impresión tal mala entre los ciudadanos.
Con todo, España no es el país que peor parado resulta en Europa. Los
franceses han azotado especialmente a sus instituciones: un 72% dice que son
cada vez más corruptas. Los alemanes son algo más contenidos: un 57% afirma que
crece el problema. Sorprende, sin embargo, que en el país de la Unión Europea
más descalabrado por la crisis económica, Grecia, es un moderado 55% el que
opina que sus servidores públicos se han corrompido más.
En su informe, Transparencia Internacional destaca un punto optimista:
nueve de cada diez encuestados en todo el mundo (114.000 personas en 107
países) han dicho que están dispuestos a actuar contra la corrupción.
Ahora bien, no en todos los países se tiene la misma confianza en la
capacidad de la sociedad civil para cambiar las cosas. España, donde hubo en
2011 un relevante movimiento de protesta, está en el estrato de confianza más
bajo de la encuesta: entre el 41 y el 60% piensan que los ciudadanos pueden
hacer algo. En la escala más alta (entre el 81 y el 100% de confianza en el
poder ciudadano) están Brasil, México, Paraguay, Perú y Venezuela.
Los países que peores resultados han tenido en todo el mundo son
Argelia (un 87% dice que la corrupción ha crecido) y Nigeria (85%) en África y
Líbano en Oriente Medio, con un 85%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario